Sostenibilidad y la responsabilidad social de las empresas tecnológicas

  • Opinión

El 22 de enero pasado, el CDP "una organización sin ánimo de lucro que gestiona un sistema de divulgación global para inversores, empresas, ciudades, estados y regiones a fin de gestionar su impacto en el medioambiente" incorporó a Cellnex Telecom a su "Lista A", que agrupa a las compañías líderes por sus planes de acción en relación al clima y la transparencia en la información.

Tribuna de opinión de Jorge Díaz-Cardiel, socio director de Advice Strategic Consultants

 Tan sólo un 12% de las más de 8.400 empresas y organizaciones analizadas en todo el mundo (178 en total) forman parte de la “Lista A”. De las 90 empresas españolas analizadas, son 7 las que obtienen la máxima calificación otorgada por el CDP y, de ellas -explicó el índice oficial Dow Jones, solo hay dos compañías tecnológicas, TI, españolas, Cellnex Telecom y Telefónica.

Cellnex ha elevado en la edición actual del listado su calificación de la B a la A, avanzando dos escalones en la clasificación de la CPD gracias al despliegue de distintas prácticas de Responsabilidad Social Empresarial (aunque, en el argot anglosajón se habla de “ESG” o Environmental, Social and Corporate Governance: se denomina “inversión socialmente responsable a la inversión que no solo considera la rentabilidad, sino también el impacto social, medioambiental.y el gobierno corporativo”).

La calificación ‘A’ obtenida por la compañía europea de gestión de infraestructuras de telecomunicaciones inalámbricas refleja la implementación de las mejores prácticas en materia de lucha contra el cambio climático, las relacionadas con el gobierno corporativo, el impacto de la actividad y la planificación financiera, la gestión de los riesgos medioambientales, o el cálculo y verificación de las emisiones.

Que una compañía española de telecomunicaciones y tecnologías de la información (TI) esté entre las primeras del mundo en “Sostenibilidad”, “Responsabilidad Social Empresarial” o “ESG” podría parecer inocuo, pasar desapercibido. Su máximo responsable se llama Tobías Martínez Gimeno (consejero delegado de Cellnex Telecom), nombre y apellidos bastante propios de los Reinos de Castilla y Aragón. Y, sin embargo, su discurso y actuación en ESG o RSE coincide mucho con la de Satya Nadella (Microsoft), Virginia Rometti (IBM), Sundar Pichai (Alphabet-Google), Marc Benioff (Salesforce) entre otros primeros espada mundiales de las tecnologías de la información que, durante varios días hablaron largo y tendido de Sostenibilidad, RSE, (“ESG”) en el Foro de Davos que organiza World Economic Forum entre el 20 y el 24 de enero de 2020.

Microsoft, IBM, Salesforce, Google son compañías tecnológicas multinacionales, aunque su casa matriz está en Estados Unidos. Y Cellnex Telecom es una empresa tecnológica multinacional cuya casa matriz está en España. Uno de los rasgos de la globalización es la presencia física de los negocios en varios o muchos países; cuando no se está físicamente, se está a través de Internet, como explicó en Davos Sundar Pichai (CEO de Alphabet, el holding propietario de Google, entre otras empresas). Dicho así, hoy, en 2020, parece una obviedad, como quien también habla de Sostenibilidad (RSE o ESG) vinculando el concepto a entidades cuyo objeto social es la Responsabilidad Social Empresarial, como La Caixa (Fundación Bancaria La Caixa).

Sin embargo, ¿cuántos años, décadas, lleva la humanidad viviendo con Internet y las nuevas tecnologías de la información, por no hablar de la Digitalización y la Cuarta Revolución Industrial? Cojamos 3.000 años antes del nacimiento de Jesucristo y tenemos una civilización avanzada como la egipcia, sabia en matemáticas para hacer pirámides, pero sin evidencia de que usaran Google para hacer búsquedas en Internet sobre el teorema de Pitágoras. 2.000 años después del nacimiento de Cristo (ya llevamos 5.000 años de humanidad de los que tenemos historia escrita, sea en jeroglíficos, en los tres idiomas de la Piedra Rosetta o en la Biblia, escrita en hebreo hace, eso, 5.000 años) y ya tenemos Internet. Pero solo después de que el presidente norteamericano Bill Clinton autorizara por ley en 1995 la creación de una red de redes para uso público general y empresarial llamada Internet. ARPANET fue la red predecesora de Internet, creada por el Departamento de Defensa (DOD) estadounidense para conectar grandes ordenadores (mainframes) en todo Norteamérica para, durante la Guerra Fría y en caso de guerra nuclear, mantener una red de comunicaciones abierta entre silos y bunkers antinucleares. A muchos y muchas, hablar del origen de Internet y de la Guerra Fría, les sonará a chino porque sus ojos estarán puestos en una de las millones de aplicaciones que provee su smartphone de Apple, Google, Samsung, Xiaomi. Aunque parezca mentira la capacidad de computación y procesamiento del microprocesador de Intel Corp, que llevan “embedded” esos teléfonos inteligentes hoy (los tienen el 82% de los smartphones: fui director de Intel en España y Portugal) es 2.000 veces más potente que la que tenía el microprocesador de Intel que le encargó el Pentágono en 1967 para el lanzamiento de misiles nucleares desde submarinos.

A quien me llame “el abuelo cebolleta” le recordaré que Intel sigue (rentablemente) existiendo y que Virginia Rometti (IBM) recordó en Davos el 20 de enero que su compañía ya casi tenía 200 años de historia. Y fue pionera en la creación de Inteligencia Artificial con Deep Blue y lo sigue siendo hoy con Watson. Posiblemente, dentro de 50 ó 100 años, alguien como yo escribirá en una publicación de prestigio como IT User hablando del conflicto en Oriente Medio o las guerras de ciberseguridad entre Estados Unidos y China y Rusia y Corea del Norte e Irán y también dirán de él/ella, que es un abuelo/a cebolleta. Pienso, no obstante, con el gran sociólogo español Antonio Vera Estrada, que “sin la historia es imposible entender el presente”. Aplicar esta máxima al mundo de las Tecnologías de la Información, hoy, cuando la Sostenibilidad está en el centro del debate es esencial, porque es consecuencia, es fruto de la evolución del sector tecnológico. En Davos se apreció muy bien, por boca de Satya Nadella, Virginia Rometti, Tobías Martínez Gimeno, Sundar Pichai o Marc Benioff.

Empezaré citando al único español, Tobías Martínez Gimeno (Cellnex Telecom): “hoy en día, la creación de valor radica en la sostenibilidad del modelo de crecimiento, en la evaluación de los riesgos medioambientales y su mitigación, en una visión clara de que esta es una responsabilidad que compete a los órganos de gobierno corporativo, y, de modo muy fundamental, en la transparencia con la que informamos a nuestros grupos de interés”. El resto de los citados dijo lo mismo; exactamente lo mismo. Tanto con las mismas palabras, como con distintos enfoques de la misma cuestión.

La cuestión de la aportación de las TIC (años noventa y dos mil) a la productividad empresarial, la competitividad y la contribución al PIB y al empleo quedó resuelto en 1987 cuando Robert Solow recibió el premio nobel de economía por demostrarlo empíricamente. Tras él vinieron otros premios nobeles que ahondaron en sus teorías conforme las TIC se convertían en TI y de Computación pasábamos a la Digitalización. Michael Spence recibió el nobel económico en 2001 por explicar los aumentos de productividad gracias a la movilidad que proveían los ordenadores portátiles, los teléfonos móviles y otros dispositivos… más recientemente Paul Romer (2018) recibió el mismo galardón por demostrar el impacto de las tecnologías de la digitalización en la economía y en la empresa. “El salto al nuevo paradigma -explicó Satya Nadela, CEO de Microsoft- es cuando las empresas tecnológicas asumen que tiene que haber un nuevo tipo de capitalismo que cuide no solo a los accionistas (shareholders) sino también a los grupos de interés de la empresa (stakeholders)”. En el ámbito macroeconómico también la academia de Oslo otorgó el premio nobel de economía en 2019 a Michael Kremer, Abhijit Banerjee, Esther Duflo por demostrar la aportación de las tecnologías de la información y la digitalización a la lucha contra el cambio climático y la lucha contra la pobreza. Estos dos ejes, junto a otros, componen la Sostenibilidad de que hablan los líderes de las empresas tecnológicas.

Por ejemplo, Marc Benioff (CEO de Salesforce) en sus varias intervenciones en Davos propuso un nuevo capitalismo (“el capitalismo, como lo conocemos hoy, está muerto”, afirmó muchas veces) que combata el cambio climático, por supuesto, sea rentable y gane dinero para remunerar a los accionistas, pero también “tenga en cuenta a los stakeholders y a la comunidad”. Y propuso varias cuestiones: una, que ya es lugar común, por conocida, consistente en ayudar a los miles de personas sin hogar “homeless” que viven en las calles de San Francisco; de hecho, Salesforce ha donado 1.000 millones de dólares al ayuntamiento de San Francisco para paliar este problema humano. Facebook se ha sumado a la iniciativa de Salesforce y su CEO, Marc Zuckerberg, ha donado otros 2.000 millones de dólares. En el caso de Salesforce, además, Marc Benioff propuso (en línea con lo publicado en su último libro, “Trailblazer”, donde explica que los negocios son la mejor plataforma para promover la Sostenibilidad) plantar un trillón de árboles, cantidad no trivial, después de ver los inmensos incendios de California y Australia.

En el caso de Satya Nadella, (CEO de Microsoft), en conversación con el fundador y presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, a quien Nadella escribió el prólogo de su libro “Shaping the Fourth Industrial Revolution”, apostó por un contrato social entre la gran empresa tecnológica y la sociedad a la que sirve. El conocido concepto de “devolver a la sociedad parte de lo que nos ha dado en forma de beneficios”. Y puso el ejemplo de los cientos de miles de ordenadores que Microsoft dona a niños del Tercer Mundo para escolarizarles y enseñarles las nuevas tecnologías como forma de salir de la pobreza. En España, en Europa hablaríamos, respecto a este factor de la Sostenibilidad, de “cerrar la brecha digital” y ahí tenemos el Programa Proniño” de la Fundación Bancaria La Caixa y Telefónica para formar y educar en nuevas tecnologías a niños de todo el mundo que también necesitan las TIC para tener una vida mejor.

Virginia Rometti (CEO de IBM) introdujo la ética en el discurso de la Sostenibilidad y la RSE / ESG. Por ejemplo, en la Inteligencia Artificial: se puede utilizar para el bien o para el mal. Y afirmó que la Sostenibilidad en esta época nueva está asociada a la confianza (trust) que los stakeholders otorgan a las empresas TI para que tengan “licencia para operar”.

Sundar Pichai (Alphabet-Google), explicó los factores de la privacidad de los datos de los clientes, de la necesidad de regulación de empresas como la suya y de la necesidad de leyes antimonopolio. Son parámetros ESG de la Sostenibilidad que tienen que ver con el buen Gobierno Corporativo de que habló Matías Martínez Gimeno (Cellnex Telecom), pero que en el caso concreto de Alphabet-Google levantó cejas en Davos porque, precisamente por esas mismas cuestiones, la compañía es investigada en Estados Unidos y en Europa por regulador, legislador y autoridades. También Amazon, Apple y Facebook.

Bloomberg habla de las empresas tecnológicas como “the Corporate World”. Hace diez, veinte, treinta años, “Corporate World” eran General Electric o General Motors. Hoy, lo son Microsoft, Google, Facebook, Huawei, Cellnex Telecom, IBM, Salesforce, HP, HPE, Amazon y otros gigantes tecnológicos que tienen que responder a las necesidades de la sociedad y de sus grupos de interés además de los de sus accionistas.

Jorge Díaz-Cardiel. Socio director general de Advice Strategic Consultants. Economista, Sociólogo, Abogado, Historiador, Filósofo y Periodista. Ha sido Director General de Ipsos Public Affairs, Socio Director General de Brodeur Worldwide y de Porter Novelli International; director de ventas y marketing de Intel Corporation y Director de Relaciones con Inversores de Shandwick Consultants. Autor de miles de artículos de economía y relaciones internacionales, ha publicado una veintena de libros, sobre economía, innovación, digitalización y éxito empresarial. Es Premio Economía 1991