La ética como base para avanzar hacia un mundo digital más sostenible

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Con el rápido avance de las nuevas tecnologías digitales la información está en el centro de todo, y parece que lo más importante es la entrega inmediata de servicios cada vez más inteligentes y personalizados. Pero en esta rápida evolución se está descuidando una de las bases fundamentales que permitirá avanzar a la sociedad de forma sostenible y segura hacia el futuro de la era digital, que es la ética en el uso de los datos.

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Es innegable que la información se ha convertido en vital para el avance de cualquier sociedad desarrollada, y que necesitamos servirnos de los datos generados por las personas, los negocios y las instituciones para construir un futuro en la era digital. Este desarrollo avanza a pasos agigantados en multitud de ámbitos, apoyándose en una evolución tecnológica tremendamente veloz, en la que la inteligencia, la automatización y la personalización están cada vez más presentes. Y estos avances se apoyan principalmente en la información, pero el tratamiento de los datos conlleva una serie de nuevos riesgos que pueden tener importantes consecuencias de alcance global, afectando gravemente tanto a las personas como a los gobiernos y las organizaciones. Esto se ha podido comprobar tras los numerosos escándalos de robo de datos y manipulación de la opinión pública acaecidos durante estos últimos años, en los que se ha obviado cualquier consideración ética a la hora de recopilar, procesar y utilizar la información sin el conocimiento ni la autorización de sus propietarios.

Pudiera parecer que los puntos débiles más sensibles al mal uso de la información se encuentran en las redes sociales como Facebook y las “pocas” empresas implicadas en este tipo de actos. Pero, en realidad, cada uno de los elementos tecnológicos y agentes humanos y corporativos involucrados la obtención, el tratamiento y la utilización de información son susceptibles de incurrir en un mal uso de los datos. Tanto desde el punto de vista de la privacidad y la seguridad como en cuanto al uso que se hace de la información pública y “cedida” por los usuarios, empresas, gobiernos y organizaciones de todo tipo.

Para garantizar que la utilización de los datos sirve a los propósitos adecuados, sin causar perjuicios a las personas, es preciso que las tecnologías digitales se diseñen desde su origen teniendo en cuenta una serie de consideraciones éticas que protejan a las personas. Esto está teniendo mucho eco en lo que se refiere a la inteligencia artificial, pero realmente debe tenerse en cuenta a todos los niveles de la tecnología y de la operativa de las empresas y las instituciones. Los expertos afirman que la ciencia de datos debería replantearse para proteger los intereses humanos, y que las organizaciones deben poner especial énfasis en este aspecto de cara a los próximos años.

La ética de datos en el ámbito empresarial

Las empresas manejan grandes cantidades de datos, desde los que genera su propio negocio y sus clientes hasta los provenientes de las diferentes herramientas de comunicación que utilizan, como las redes sociales, el correo electrónico, las páginas web, blogs, etc. Toda esta información, que incluye datos personales, profesionales, opiniones, información de trabajo confidencial y de otras categorías acaba en sus sistemas, y debe ser tratada adecuadamente.

Las organizaciones digitalizadas emplean esta información para aportar inteligencia de negocio, personalizar sus servicios y mejorar la experiencia del cliente y del usuario de sus servicios y aplicaciones. Esto es positivo para todos, pero detrás existen numerosos procesos que deben realizarse de forma responsable, para que la utilización de la información generada por terceros cumpla con su propósito sin generar perjuicios o violar los derechos de las personas. En esto tiene un papel clave la figura del científico de datos, un rol que está cobrando peso en las grandes empresas que apuestan por modelos de negocio digital, y en las que simplemente acumulan y suministran grandes cantidades de información.

 

Inteligencia artificial y análisis de datos

La utilidad de la información ajena para las empresas está clara, y en el futuro tendrá un papel cada vez más importante, gracias a la aplicación de la inteligencia artificial y la analítica avanzada. Mediante estas tecnologías se pretende no solo entender la situación de los negocios a tiempo real, sino alcanzar capacidades predictivas que permitan anticiparse a los problemas, a las necesidades de los usuarios y clientes y a los cambios en el mercado. Numerosos sectores están poniendo sus miras en estas nuevas posibilidades, y los expertos afirman que se acabarán implantando en todo tipo de industrias y servicios públicos y privados.

La inteligencia artificial y la analítica de datos acabarán convirtiéndose en la base fundamental de la mayoría de tecnologías, a medida que lo digital vaya apoderándose de la vida diaria de las personas y las organizaciones. Con las grandes implicaciones de esta evolución tecnológica, es fundamental que la base de toda la nueva sociedad digital se fundamente en la protección de los derechos de las personas y la autonomía y soberanía de los países, por encima de las consideraciones putamente materialistas de los negocios. Así opinan los principales sectores académicos dedicados a la investigación en ciencia de datos, que abogan por un futuro basado en el concepto “data-driven”, pero responsable y sostenible.

Monetización de los datos sin control

La utilización de información recopilada para mejorar los negocios ofrece muchos beneficios, tanto a la propia organización como a sus clientes y a los usuarios de sus servicios, mediante unos servicios más útiles y personalizados. Pero muchas empresas no solo le sacan partido a nivel interno, sino que comercian con los datos, vendiéndolos a otras empresas con actividades muy diversas, que no tienen por qué tener relación con su negocio. Lógicamente, esto suscita preguntas clave como si se debería permitir o no desde un punto de vista ético, sobre todo dado el actual desconocimiento general de la población acerca de lo que las empresas hacen con los datos generados por las personas. El marco legal es cada vez más proteccionista, pero los usuarios siguen percibiendo que no conocen lo que las empresas hacen con sus datos, y desde luego no saben hasta qué punto lo que ellos están aportando genera beneficios económicos para estas empresas y para terceras partes interesadas.

Por ello, en los últimos años se han alzado muchas voces en contra de este uso masivo de los datos por parte de las empresas, especialmente las multinacionales tecnológicas y los gigantes de Internet, y hasta los menos críticos coinciden en que se debe replantear el modelo de obtención de datos con fines comerciales. Los usuarios de servicios y herramientas digitales están proporcionando información monetizable, y cada vez más organizaciones y líderes de opinión están exigiendo que las empresas compensen a los usuarios, ya sea económicamente o con mejoras en los servicios. Pero, además, no existe una transparencia en cuanto al uso final que se da a la información, ya que las empresas que la recopilan la venden a otras empresas, en una cadena en la que no queda claro el uso final de los datos, y esto es un gran problema a nivel ético.

 

Gobiernos y ciudades inteligentes

Poco a poco la digitalización está llegando a las administraciones públicas y los organismos de gobierno de los países, lo que proporcionará nuevos modelos de gestión más eficientes, económicos y útiles para la sociedad. A ello se suma que en el futuro las ciudades irán siendo cada vez más inteligentes, gracias a la utilización de datos generados por las personas, las empresas y las infraestructuras. Con un uso adecuado de toda esta información y de las nuevas plataformas de administración digitales se puede mejorar la atención al ciudadano, las gestiones burocráticas, la atención médica, el transporte urbano y todo tipo de servicios.

Esta forma de entender la administración y los servicios públicos persigue la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos a todos los niveles, pero también se basa mucho en utilizar los datos generados por las personas. Por ello, es especialmente importante que todos los proyectos de digitalización de la administración y de desarrollo de ciudades inteligentes tengan una importante base ética, que garantice los derechos de las personas y que esta información sea utilizada con responsabilidad.

Además, existe un aspecto muy importante que se está pasando por alto, especialmente en los proyectos de ciudad inteligente que se están materializando en diferentes partes del mundo. Se trata de si se debe o no monetizar la información que recopila la administración pública en las ciudades digitalizadas. Especialmente en aquellos países o regiones donde los servicios públicos se encuentran en manos de empresas privadas, cuyos intereses comerciales tienen un peso fundamental. Por ello, numerosas voces reclaman un debate más amplio sobre los modelos de servicios públicos digitalizados y de ciudades inteligentes, en los que la sociedad participe y pueda defender sus intereses.

Nuevos roles en la ciencia de datos

Con el gran alcance que tiene la digitalización, los científicos de datos están cobrando peso en las organizaciones públicas y privadas. Pero hasta ahora su perfil está más centrado en los aspectos técnicos, dejando de lado áreas de las humanidades como la filosofía y la ética. Teniendo en cuenta que las implicaciones del uso de información personal van cada vez más lejos, las organizaciones que velan por los derechos de los ciudadanos, los representantes de las instituciones académicas y los propios científicos de datos están reclamando que estas materias, propias de las humanidades, sean un requisito en la formación de los científicos de datos. Como ejemplo, destacados centros de estudios especializados en tecnología, como el MIT o la Universidad de Harvard, ya han creado cursos específicos de formación en ética para los científicos de datos y los expertos en inteligencia artificial.

Tanto estos profesionales y formadores del sector tecnológico como las organizaciones que velan por los derechos de los ciudadanos están reclamando que las empresas que trabajan con datos sensibles deberían contar con científicos de datos que velen porque se haga un uso responsable y legal de la información. Pero, a pesar de ello, los expertos alertan de que las empresas no están prestando suficiente atención a estas corrientes de opinión, y que no se preocupan por implantar los principios éticos que deberían regir sus negocios digitales. Ante esta falta de una guía moral en el tejido corporativo, los sectores de la sociedad más críticos y preocupados por esta cuestión están presionando para que los gobiernos y las autoridades internacionales desarrollen nuevos planes para lograr un futuro digital exitoso, en el que respeten los derechos fundamentales y donde las organizaciones de toda índole se rijan por unas normas éticas básicas, incluidas como parte del derecho internacional.