Decálogo de pautas para evitar la adicción de los adolescentes a las redes sociales

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Un 80% de la población española tiene presencia en redes sociales. Su uso va en aumento por lo que es clave saber cuándo se usan de forma responsable para evitar una adicción nada beneficiosa. Los expertos de la Clínica López Ibor han reunido en un decálogo una serie de pautas para reducir la exposición de los adolescentes a estas plataformas.

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Casi un 60% de la población mundial utiliza Internet, lo que supone un 7,3% más respecto a hace un año, y el uso de las redes sociales crece a mayor ritmo, por encima del 13% hasta los 4.200 millones de usuarios, según el informe Digital 2021, de Hootsuite y We are social. En España  son casi 43 millones los usuarios de Internet y los datos indican que emplean una media diaria de 6 horas y 11 minutos navegando por la web. Si hablamos de redes sociales, las emplean más de 37 millones de personas con, lo que supone un 80% de la población.

De estos datos se concluye que cada día son más importantes en las vidas de los usuarios como medio para construir relaciones, expresar sus emociones, gustos, ideas, y para conformar su propia identidad, pero este miércoles, Día Mundial de las Redes Sociales, los especialistas de la Clínica López Ibor nos hablan también del riesgo que suponen, sobre todo para la población adolescente. “Internet es su principal fuente de información, además de un medio de comunicación y socialización. Como indican los datos, su uso va en aumento y es clave saber cómo tener un uso responsable y evitar una adicción nada beneficiosa”, explican.

En esa etapa de la vida, millones de adolescentes buscan el refuerzo social a través de estas redes, publicando fotos y contenido personal. Estudios llevados a cabo muestran su poder adictivo y la constante necesidad de refuerzo en ellas. La respuesta cerebral del adolescente, al acumular muchos “me gusta”, se asemeja a la respuesta obtenida de comer chocolate, o ganar mucho dinero.

Además, influyen en su estado de ánimo. La percepción de disponibilidad continua y el sentimiento de tener que estar siempre conectado y al día de las últimas novedades, está relacionado con sintomatología ansiosa, depresiva y alteraciones del sueño. La López Ibor también advierte del riesgo de los desafíos. En este sentido, dice que cada cierto tiempo aparece un desafío, “challenge” que se viraliza a través de las redes sociales, impactando directamente en los jóvenes, que quieren llevarlo a cabo para así recibir el reforzamiento inmediato de los demás.

Según indican, “la parte racional del cerebro del adolescente todavía está en desarrollo, por esta razón son más impulsivos y tienen una menor capacidad para pensar en las consecuencias que puede tener su conducta. Unido a esto, se encuentra el hecho de que las redes sociales impulsan a conseguir muchos Me gusta, algo que para el adolescente tiene mucho valor, por lo que cada vez los retos o las fotos que suben son más escandalosas y trepidantes, ya que el único objetivo que hay es ser el que más “e gusta” tiene, y conseguir ser popular. Factores como la necesidad de gratificación inmediata, la escasa comunicación, la dificultad para tolerar el malestar y la frustración, escaso apoyo familiar y social, baja autoestima, consumo de sustancias, unido la búsqueda del reconocimiento social a través de las redes sociales, están influyendo directamente en el inicio de conductas de riesgo”.

Para mantenerlos protegidos, es necesario reforzar la comunicación que se mantiene con el adolescente, tanto desde la familia como en el colegio; un mayor control sobre las redes sociales y de los retos virales que se van iniciando y van alcanzando mayor popularidad; que conseguir que pasen más tiempo con la familia, los amigos y desarrollar actividades saludables que no incluyan estas plataformas.

Pautas que ayudarán
-- Establecer límites y normas de uso del móvil. Concretar horarios y condiciones. Tiempo de exposición al día y cumplidas otras tareas de su responsabilidad (estudio, recoger el cuarto…). De esta manera educamos en ver las prioridades y necesidades asumiendo responsabilidades también en el uso correcto del móvil, juegos etc…

-- Los adultos han de ser el reflejo de los límites de uso.

-- El uso del móvil y de las RRSS no debe usarse como refuerzo de premio o castigo. Su utilización debe cumplir la función educativa, lúdica, de comunicación correcta pero no debería suponer un refuerzo.

-- No usar el móvil en la cama, baño, en momentos consensuados de familia o en actividades programadas con familia o amigos.

-- No utilizar el móvil de despertador. Dejar el móvil en la noche en otra habitación y en modo silencio o apagado.

-- Proponer actividades de ocio saludable y gratificante y rutinas en hábitos que fomenten la actividad física, la sociabilidad e interacción con su grupo de iguales etc… estas actividades han de tener horarios y espacios concretos que rompan los hábitos establecidos para el uso de las tecnologías.

-- Mostrar actitud de acercamiento, interesarse por el funcionamiento de las redes sociales, juegos, establecer una guía común de comunicación en los intereses del menor o adolescente con las tecnologías… Bloquear o limitar contenidos o usos y argumentar con ellos.

-- Establecer consecuencias ajustadas y cumplirlas si no se cumplen las condiciones de uso pactadas.

-- Fomentar la comunicación y en general en el ámbito familiar. Potenciar la expresión emocional, compartir el día a día, estimular y fomentar la creatividad, aprender y enseñar mecanismos de regulación emocional y gestión de la frustración…

-- Pedir ayuda a profesionales cuando se tengan dudas o se muestren reacciones adversas difíciles de controlar cuando la situación esté suponiendo ya un problema de conducta.