La IA se convierte en el nuevo campo de batalla de la geopolítica global

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La china DeepSeek ha abierto un nuevo capítulo en la historia de la tecnología y la geopolítica. Sin embargo, Estados Unidos tiene el talento, los recursos y la determinación para responder, y cuando lo haga, el impacto será global. La UE deberá decidir si quiere ser un jugador relevante o simplemente un espectador.

La historia nos dice que Estados Unidos sabe responder a los desafíos globales. Ya lo hizo durante la Guerra Fría, cuando el lanzamiento del Sputnik por parte de la Unión Soviética parecía haber puesto a la URSS por delante en la carrera espacial. La respuesta fue el Proyecto Apolo, que no solo igualó a los soviéticos, sino que los superó al poner al hombre en la Luna.

Según Damián Tuset Varela, investigador en Derecho Internacional Público e IA en la Universitat Oberta de Catalunya, DeepSeek puede ser el Sputnik de la IA, pero ¿quién apostaría en contra de un Silicon Valley respaldado por los inmensos recursos de Washington? EE. UU no solo tiene las Big Tech, también cuenta con la capacidad de coordinar políticas públicas, talento y una red de aliados globales que China todavía no puede igualar.Además, las Big Tech no operan solas. Nvidia, Microsoft, Google y Amazon son actores estratégicos en el ecosistema de defensa y ciberseguridad estadounidense. Es casi seguro que, ante la amenaza de DeepSeek, estas empresas recibirán un apoyo masivo del gobierno americano, tanto financiero como regulatorio.

¿Está el mundo preparado para las consecuencias de esta nueva Guerra Fría tecnológica? ¿Cómo afectará esto a los países que quedan atrapados en el fuego cruzado?

La geopolítica de la IA y el papel de la UE

La IA no es solo una herramienta tecnológica; es el nuevo campo de batalla de la geopolítica global. Quien controle la IA, controlará el flujo de datos, la economía digital y, en última instancia, el poder global. En este contexto, DeepSeek es mucho más que una startup china: es una declaración de intenciones del gobierno de Xi Jinping.

Pero mientras China busca proyectar poder a través de tecnología accesible y de código abierto, EE. UU. sigue controlando las infraestructuras críticas de internet, los sistemas operativos más utilizados y las principales plataformas digitales del mundo. Esta ventaja estructural no desaparece de la noche a la mañana, y subestimar su impacto sería un grave error. La pregunta es: ¿podrá China consolidar su liderazgo antes de que EE. UU. active todo su potencial para recuperar el “terreno perdido”?

En medio de esta creciente bipolaridad tecnológica, la Unión Europea parece jugar el papel de árbitro neutral. Con la Ley de Inteligencia Artificial y otras normas, la UE se posiciona como un líder ético, pero la ética no basta para competir en una carrera dominada por intereses económicos y geopolíticos.

La UE necesita decidir si quiere ser un jugador relevante o simplemente un espectador de lujo. El tiempo para actuar se agota y la neutralidad no es una estrategia viable en un mundo tan polarizado.