El paso de proyecto tecnológico secundario al rendimiento de la inversión

  • Opinión

Dave Russell Veeam

Las nuevas tecnologías despiertan mucho interés. Los términos que se suelen utilizar para describirlas, como «revolucionarias» y «rompedoras», han perdido fuerza de tanto usarlos. Es más, esta cultura de prometer en exceso hace que tanto los tecnólogos como los clientes se muestren escépticos cuando no ven un impacto inmediato y significativo tras implantar una nueva tecnología. Sin embargo, hay múltiples ejemplos de tecnologías que al principio despertaron ese escepticismo y luego se convirtieron en elementos básicos de la economía digital.

Tribuna de opinión de Dave Russell, vicepresidente de estrategia empresarial de Veeam.

Desde interfaces para pantalla táctil a Internet de las cosas (IoT), este recorrido está tan trillado que Gartner produce un ciclo de interés anual en el que teoriza sobre la idea de que las nuevas tecnologías pasan del entusiasmo de los usuarios pioneros a generar unas expectativas exageradas, para luego dar paso a una sensación de desencanto. A medida que madura el conocimiento que tenemos de la tecnología llegamos a un punto en el que es posible juzgar de manera más realista el uso de dicha tecnología según se descubren e implantan aplicaciones más viables.

Hay varias razones por las que las nuevas tecnologías pueden llevar a engaño al inicio. Sencillamente puede ser que se ejecuten de forma incorrecta, quizá debido a que las destrezas necesarias para diseñar soluciones y resolver los problemas aún no existen. La transformación digital es un buen ejemplo de esto. Las empresas han visto como la falta de destrezas supone un freno y casi uno de cada tres (30 %) responsables de la toma de decisiones TI considera que este es un problema tal y como indica el Informe 2020 sobre tendencias en protección de datos de Veeam. Puede deberse a que algunas tecnologías se adelantan a su tiempo y que las otras tecnologías que tendrían que complementarla para que encajase mejor en el mundo aún no se han inventado. Si volvemos al ejemplo del consumidor de dispositivos con pantalla táctil, no olvidemos que los primeros intentos por parte de Palm y Microsoft de lanzar tablets de uso personal fracasaron puesto que no se conectaban de manera inalámbrica a Internet ni lograban sincronizar con portátiles o PC. Los teléfonos inteligentes y las tablets empezaron a triunfar únicamente cuando la tecnología inalámbrica y la informática en cloud eran tecnologías maduras.

Por último, la tecnología puede funcionar a la perfección y, aún así, no resolver un problema lo suficientemente importante como para justificar una inversión significativa. Por eso escuchamos con frecuencia hablar de «aplicaciones revolucionarias» o ejemplos de uso capaces de dar propósito y significado a una nueva tecnología. Los códigos QR son un ejemplo de una tecnología que el mundo pensó que tendría un número infinito de usos, pero que no terminó de despegar hasta que encontraron su verdadera vocación en las tarjetas de embarque en el móvil y las aplicaciones de venta de entradas. Por lo tanto, la experiencia nos dice que aunque una tecnología quizá no cambie el modo en el que se hacen las cosas mañana, eso no significa que no vaya a tener un impacto relevante a largo plazo. Dicho esto, no pasa nada por emocionarse ante el potencial de una nueva tecnología. Pero como sector, debemos aprender a mantener a raya nuestras expectativas y las de los clientes en lo que respecta a la dimensión y rapidez con las que estas nuevas tecnologías pueden crear un cambio radical y duradero.

 

Controlar la emoción

Existen otros retos que afectan incluso a las tecnologías que sí solucionan un problema real, que se complementan con otras tecnologías y de las que hay suficiente conocimiento como para poder ponerlas a prueba e implantarlas con éxito. Cualquier implantación TI empresarial requiere inversión, una mejora de las destrezas y un cambio en la cultura de la empresa tanto entre directivos como de toda la plantilla en general. Esto significa que pueden pasar años hasta que tengamos un argumento comercial lo bastante atractivo como para convencer a los responsables de la toma de decisiones presupuestarias de que deben incorporar nuevas implantaciones en su estrategia. Además, una vez que se ha planteado de forma clara un argumento comercial, tenemos que incluir también cuestiones como los requisitos de ciberseguridad, relacionados con reglamentos y con la protección de datos. Es necesario que las empresas tengan en cuenta tan pronto como sea posible lo que aportan sus datos y las consecuencias que acarrea no gestionarlos y protegerlos. En 2021 si no eres capaz de proteger y gestionar los datos de forma segura en un servicio o una aplicación TI sencillamente no la implantas.

Un ejemplo de tecnología que está pasando por las diversas fases del ciclo del interés a toda velocidad son los contenedores. Para muchos se trata de una evolución natural de un entorno virtualizado, solo que diseñados para dar a los directores de TI más flexibilidad y un mayor control de las aplicaciones. Hace tan solo 18 meses, los contenedores ya habían empezado a deslizarse hacia la conocida como fosa de la decepción de Gartner, la fase en la que las empresas hacen caso de la última moda, pero se desaniman al no obtener resultados de forma inmediata.

No obstante, si nos fijamos en 2021, los contenedores son ya un componente fundamental de la modernización de la infraestructura y aplicación impulsada por DevOps, y Kubernetes destaca como la plataforma líder en orquestación de contenedores. El argumento para usar los contenedores habilitados por Kubernetes empieza a consolidarse a medida que las arquitecturas basadas en microservicios cobran impulso dentro del mundo empresarial. Esto abre nuevas posibilidades para la protección de datos en entornos con contenedores. Una regla general básica nos avisa de que si no somos capaces de gestionar los datos, no seremos capaces de protegerlos. Por esta razón, implantar Kubernetes añade esa capa de orquestación vital, lo que supone que ahora ya existe una oportunidad importante para disponer de una plataforma única de protección de datos que incluya entornos virtuales, físicos, cloud y con contenedores. Establecer unas credenciales más avanzadas de protección de datos y backup es una de las mejoras que ayudará a que los contenedores pasen de ser un proyecto TI secundario a ofrecer el rendimiento de la inversión que anhelan las empresas.

 

El límite razonable

Otra tecnología que plantea ciertos retos en cuanto a la protección de datos es edge computing. En la actualidad, Gartner sitúa a edge computing justo en el pico de expectativas exageradas dentro de su ciclo de interés o Hype Cycle. El argumento comercial de edge computing es atractivo precisamente porque las empresas que trabajan a hiperescala, los hyperscalers, quieren llevar a edge su volumen infinito de datos y de cargas de trabajo y el auge del teletrabajo ha hecho que muchas empresas sientan una mayor presión por acelerar la transformación digital. Podemos verlo como una confluencia de circunstancias que hacen que edge computing resulte más relevante.

Sin embargo, además de la transformación digital, hay otros términos en la mente de los directores de informática: protección de datos, ciberseguridad, optimización de costes y destrezas digitales, entre otros. Todos son relevantes para que edge computing pase de ser una demostración conceptual de la que se habla mucho a un servicio clave para la infraestructura híbrida. Para gestionar y proteger los datos en edge, las empresas tienen que ser capaces de identificar cuáles son los datos que necesitan, hacer backup y protegerlos. Para hacer esto no solo es necesario contar con capacidad para backup, datos y replicación, también requiere destrezas específicas que, a menudo, escasean si hablamos de tecnologías relativamente nuevas. Las empresas que quieran sacar provecho de edge computing en esta fase tienen que trabajar con partners especializados para asegurarse de que la implantación se hace con éxito y sin poner los datos en peligro ni permitir que los costes del almacenamiento cloud se disparen. Dedicar tiempo a definir la estrategia de gestión de datos en cloud de la empresa aporta una dirección y objetivos claros, lo que nos permite evaluar el éxito que ha tenido introducir edge computing en el conjunto de tecnologías que empleamos para la gestión de datos. 

Es necesario identificar estratégicamente en qué punto se encuentran las tecnologías que no se han implantado con éxito dentro de los objetivos comerciales generales, esto permite crear un argumento capaz de obtener el compromiso de los responsables de las decisiones presupuestarias de que se invertirá en soluciones complementarias y en contratar a personas con las destrezas necesarias. Las empresas que están atascadas en la carrera para completar la transformación digital se ven presionadas por las cambiantes exigencias de los clientes y la creciente dependencia de cloud y la conectividad. Implantar las últimas y principales tecnologías para conseguir los resultados deseados de la transformación digital requiere de inversión en las destrezas necesarias, gestión de datos y capacidad de protección para así llevar a cabo la tarea con éxito y de manera rentable y segura.