Cadenas de suministro y fabricación: impacto de la guerra comercial en el sector TIC Digital (II)
- Opinión

El sector tecnológico digital occidental sufrió un ataque de ansiedad cuando Trump anunció sus aranceles del "Día de la Liberación", el pasado 2 de abril. La caída de los mercados de valores, con las acciones de las empresas tecnológicas especialmente penalizadas, al igual que el dólar como moneda refugio y la pérdida de valor de los bonos y activos del Tesoro, llevó al presidente Trump, a decretar una pausa de 90 días, en la imposición y aplicación de los aranceles.
Por Jorge Díaz Cardiel, socio director general de Advice Strategic Consultants.
Más aún, Trump eximió de los llamados aranceles recíprocos a ciertos productos tecnológicos, como teléfonos inteligentes (smartphones), ordenadores, servidores, y máquinas utilizadas para fabricar semiconductores. Empresas como Apple, Samsung, hp, Lenovo, Cisco y, en general, las Big Tech sintieron un gran alivio, tras la angustia inicial. Google (Alphabet), Amazon, Apple, Microsoft, Tesla (y, con Tesla, la red X y xAI, entre otros negocios de Elon Musk), Meta y Nvidia recuperaron 80% del valor que habían perdido en bolsa. Al igual que los fabricantes de ordenadores, de portátiles, smartphones, impresoras, servidores... También los fabricantes de chips, como Nvidia, AMD, Qualcomm e Intel. Nos hemos plantado en las jornadas del 14 al 16 de abril de 2025…
Guerra comercial e impacto en el sector tecnológico digital: medir y analizar (I)
Quedó una gran duda sobre los semiconductores
Ya dijimos en el capítulo anterior que son la madre del cordero. Estados Unidos tiene una cuota de mercado del 50% en el mercado mundial de semiconductores. Pero hay que matizar que solo el 10% son fabricados en Estados Unidos. El 90% se manufacturan en el sudeste asiático: China, Taiwán, Corea del Sur, Vietnam… Las empresas de chips norteamericanas como Nvidia, Intel, AMD, Qualcomm, Apple, y empresas de países aliados de Estados Unidos como Samsung Electronics & Samsung Semiconductors (Corea del Sur), TSMC (Taiwán) y ASML (Holanda), diseñan los chips en sus países de origen, pero la fabricación se hace en fábricas del sudeste asiático, de las que China tiene la mayoría. Cuando Trump se dio cuenta de “este hecho cierto”, entre, el 14 y el 16 de abril, introdujo matices importantes al segundo paquete de medidas anunciadas.
Primero, la exención de la implementación de los aranceles se aplicó en general a todo el mundo (200 países), excepto a China, que se quedó con una tasa del 145%. Pero, siendo China la “gran fábrica del mundo”, para los smartphones de Apple o los semiconductores de Nvidia, la alegría se tornó agridulce: la orden ejecutiva original que impuso los aranceles, eximió a los semiconductores, entre otros productos. Sin embargo, el secretario de Comercio norteamericano, Howard Lutnick, declaró que “la exención de los semiconductores es temporal”. ¿Por qué? ¿Cuestión de fabricación? ¿Más bien del lugar de la manufactura? Inicialmente sí, porque la promesa estrella electoral de Trump, era llevar de nuevo la fabricación (de todo, desde coches a semiconductores) a Estados Unidos. Pero no es solo por este motivo: el Departamento de Comercio de EE.UU. empezó a estudiar el impacto en la Seguridad Nacional estadounidense, de las "importaciones de semiconductores y equipos de fabricación de semiconductores".
Fabricación y Seguridad Nacional
Estos dos factores influyeron durante la Semana Santa en el ánimo de Trump y sus asesores sobre qué había que hacer con los aranceles sobre semiconductores y productos asociados. Más adelante veremos la cuestión de la Seguridad Nacional. Ahora nos centraremos en la fabricación.
La fabricación es una cuestión que no tiene solución a corto plazo. Apple, por ejemplo, estima que le llevaría una década entera trasladar la fabricación de sus smartphones de China a Estados Unidos (y los Mac y los iPad… con sus microprocesadores propios: los procesadores Bionic -A-series- para iPhones y iPads; y los procesadores Apple Silicon -M-series- para Mac).
Ya, en previsión de los aranceles de Trump, Apple trasladó 600 toneladas de smartphones a India a finales de marzo y principios de abril. Y está programada la construcción de varias fábricas de Apple en India, en Vietnam… Por un lado, está la cuestión de las cadenas de suministro. Y, por otra la de los costes de fabricación.
En el caso de las cadenas de suministro, hay que entender que desde hace décadas (al menos, desde finales de los años noventa) tienen su punto de origen en el sudeste asiático. Trastocar las cadenas de suministro es una labor monumental, hercúlea, que afecta a las fábricas, la logística, el transporte (marítimo, por tren, por avión, por camión…), en volúmenes impresionantes. Y, por tanto, en los puertos y en los aeropuertos.
Los costes de fabricación, un problema de fondo con difícil solución
Fabricar ordenadores o semiconductores en las famosas “ciudades-fábrica de China” es muy barato. La mano de obra es muy barata. Millones de trabajadores viven en una ciudad-fábrica, donde cobran muy poco dinero y trabajan muchas horas. Gracias a que los costes laborales son muy bajos, a las empresas tecnológicas digitales les queda mucho margen de beneficio y los consumidores pueden disfrutar, si no de precios bajos, sí, al menos, asumibles. Apple estima que, con el estatus temporal actual de los aranceles, el precio medio de un iPhone sería un 25% más caro. Por eso, en el primer trimestre de 2025, las ventas de iPhone (en realidad, con fuerte pico al alza, en marzo) se han disparado, porque los consumidores han anticipado el potencial efecto negativo de los aranceles.
Algo similar ha sucedido con los ordenadores (PC), cuyas ventas en el primer trimestre del año aumentaron 9%. En Advice Strategic Consultants habíamos estimado en enero que las ventas de ordenadores aumentarían un 9,8%, tal y como anticipamos en IT User. Nos hemos desviado en 0,8 décimas, y hay una fuerte motivación para ello: el índice de confianza económica de consumidores y negocios se deterioró fuertemente en el mes de marzo. Cuando ya se veían venir los aranceles y la guerra comercial, el ánimo y confianza en la economía, de consumidores y negocios, se vino abajo. Tanto en Estados Unidos (medido por la Universidad de Míchigan), como en Europa (medido por el Banco Central Europeo, BCE).
¿Es realista pensar que hp, Samsung, Intel, Apple, Cisco, AMD, Nvidia… trasladen su fabricación a Estados Unidos, sabiendo que la promesa electoral de Trump supone costes laborales muchísimo más elevados que habrá que repercutir al consumidor? ¿Llevarán los fabricantes TIC Digitales sus cadenas de suministro del Sudeste Asiático a la Costa Oeste de Estados Unidos? De nuevo, los costes se dispararían. Y, con ellos, los precios y, por tanto, la inflación. Precisamente lo que Trump no quería. Pero el presidente de Estados Unidos ya ha dejado claro que, con los aranceles, se aplica el refrán anglosajón de “short-term pain & long- term gain) y que estaría dispuesto a que América sufriese una breve desaceleración económica para que, a largo plazo, EE.UU. volviere a ser la primera potencia manufacturera del mundo, como lo fue entre 1946 y 1976, explica Alan Greenspan (expresidente de la Reserva Federal americana o FED) en su obra “Capitalism in América. A History”.
De nuevo, ¿es realista devolver la fabricación de productos tecnológicos, sofisticados, componentes, redes, chips y semiconductores… a Estados Unidos? El más reciente premio nobel de Economía, Daron Acemoglu (laureado por sus teorías sobre el impacto de la Inteligencia Artificial en la productividad laboral y empresarial) acaba de explicar que el traslado de la cadena de suministro desde el sudeste asiático a Estados Unidos y el traspaso de la fabricación en el mismo sentido es perfectamente posible, pero la situación económica actual impone condicionamientos a las empresas fabricantes de tecnología.
Costes laborales
Si nos centramos en los costes laborales, Acemoglu explica que las empresas tecnológicas habrían de invertir mucho dinero en formación a los trabajadores: no es lo mismo ensamblar un coche que un chip. Igualmente, los equipos de fabricación no son los mismos en una fábrica de Ford que en una planta de Intel. Los segundos son exponencialmente más caros que los primeros. ¿Están las empresas tecnológicas norteamericanas dispuestas a asumir estos costes? Según la historia económica del capitalismo, de la que da cuenta Acemoglu en su famosa obra de 2013 (“Why nations fail?”), en períodos de tan alta incertidumbre como los actuales, las empresas tienen a repensar mucho sus proyectos de inversión. Sin citar nombres, afirmamos conocer un centenar de proyectos de construcción de centros de datos en Estados Unidos que, de iniciados, han pasado a quedar congelados… por ahora, fruto de la incertidumbre y volatilidad generada por los aranceles y sus marchas adelante y hacia atrás.
En el tercer acto de esta obra de teatro shakesperiana, los aranceles de Trump, los recíprocos y los de respuesta de China… veremos cómo las decisiones de Estados Unidos (Trump) y China (Xi Jinping) están afectando en sus operaciones a muchas empresas tecnológicas de ambos bandos. Y las implicaciones en Seguridad Nacional y la guerra comercial, económica, digital, ciberseguridad y tecnológica entre EE.UU. y China.
Ese futuro tercer acto será también el oportuno para hablar del “tercero en discordia”: Europa, la Unión Europea, que ha quedado aplastada dentro de un sándwich, con presiones de Estados Unidos y de China.
En el caso español, cabe recordar algo que anticipamos en el primer artículo introductorio. Las multinacionales españolas tecnológicas, a priori, no se verán afectadas sustancialmente por los aranceles y la guerra comercial: sus negocios son esencialmente europeos y su exposición al mercado norteamericano y chino no es esencial. Es el caso de Cellnex Telecom, líder europeo en gestión de infraestructuras de telecomunicaciones inalámbricas, despliegue de 5G y tecnologías DAS y Small Cells, con foco en diez mercados europeos; el caso de Telefónica, cuyo negocio fundamental está en España, Alemania, Reino Unido y Brasil. Y el de Indra.
Pero hay mucho más pendiente de analizar, porque a quien sí le podrá afectar es al ecosistema de multinacionales tecnológicas norteamericanas y chinas con operaciones en España y en Europa… Así que, continuará…