Guerra comercial e impacto en el sector tecnológico digital: medir y analizar (I)
- Opinión

Saber cómo afectarán los aranceles de Trump al sector tecnológico digital, es similar a querer predecir un resultado electoral: es trabajoso, pero no imposible. Hay que tener en cuenta nuevos acontecimientos, marchas adelante y hacia atrás, y medir su impacto en cada momento. Lo que sí es receta para el error es dar por bueno un dato concreto y otorgarle un valor absoluto. Aunque el dato sea cierto, lo es solamente para el período en que sucede.
Por Jorge Díaz Cardiel, socio director general de Advice Strategic Consultants.
Pero, ¿qué sucede si aparece un nuevo dato y no es tenido en cuenta en la medición? Un ejemplo sencillo de entender fueron las elecciones generales en España en 2004. Nosotros trabajábamos entonces en Ipsos, una empresa especializada en demoscopia, tendencias sociales e investigación de mercado. Junto con el mejor estadístico que Andalucía ha dado a España -Antonio Vera Estrada, maestro y amigo-, nuestro objetivo era acertar el resultado electoral del domingo 14 de marzo de 2004. El partido que ocupaba el gobierno había liderado las encuestas durante los meses previos. Los “trackings electorales” de las dos semanas previas, le otorgaban la victoria electoral. Y así lo dijeron todas las televisiones, de la mano de los institutos de investigación que habían hecho esas encuestas previas a las elecciones: anunciaron a las 8 de la tarde en prensa, radio, televisión e internet que el partido en el gobierno ganaba las elecciones. Nosotros dijimos lo contrario. Y acertamos.
Las elecciones generales españolas del domingo 14 de marzo de 2004 tuvieron lugar tres días después del atentado terrorista más trágico de la historia de España. Se le ha dado en llamar el “11M”. Murieron 193 personas. El impacto emocional, social, y mediático fue fortísimo. Antonio Vera Estrada y un servidor, decidimos medir el potencial impacto electoral de los atentados. Dividimos el trabajo de investigación en dos etapas: encuesta cuantitativa en los días posteriores a los atentados, entre población general, con criterios estadísticos muy sólidos. La segunda etapa se centró en la jornada electoral. “Encuestas a pie de urna del colegio electoral, a 50 metros de distancia”, dice la ley. 3.000 entrevistadores llevando a cabo entrevistas a miles de personas, aplicando criterios de segmentación, que reflejaban el total de la población española con derecho a voto en un 98%.
Al final del día, la participación fue del 75,66%, de las más altas en la democracia española. Mientras todas las televisiones proclamaban la victoria por mayoría absoluta del partido gobernante, Antonio Vera Estrada declaraba victorioso al partido de la oposición, por 4,9%. El atentado en los trenes de Cercanías del 11 de marzo de 2004 provocó un cambio electoral sin precedentes en la historia de España. Otros subestimaron su posible efecto en el ánimo del elector. Nosotros no. Y acertamos.
20 años más tarde volvió a suceder algo similar. Un terremoto electoral en Estados Unidos. Noviembre de 2024. Donald Trump ganó por mayoría absoluta en las elecciones presidenciales norteamericanas del 5 de noviembre. Ganó en voto popular y en el colegio electoral (el sistema electoral norteamericano es indirecto, versus el europeo). También ganó las elecciones legislativas, obteniendo el partido republicano la mayoría absoluta en las dos Cámaras del Congreso (Senado y Cámara de Representantes).
Una vez más, los titulares fueron: “las encuestas se equivocan”. No las nuestras de Advice Strategic Consultants. Una semana antes de la cita electoral, depositamos nuestras estimaciones de voto ante notario. Y con testigos. Y elegimos un medio importante en Estados Unidos y otro en España para, con una semana de antelación, hacer públicos nuestros resultados. Y acertamos. Si hubiera habido algún acontecimiento disruptivo durante la última semana de la campaña, lo hubiéramos medido (como en España, en 2004, con los “atentados del 11M”). Por ejemplo, ¿qué hubiera pasado si el atentado contra la vida de Trump, de julio de 2024, hubiera sucedido en esa última semana previa al 5 de noviembre? No lo sabemos, porque no sucedió. Pero hubiera sido necesario medirlo, por su potencial efecto electoral.
Con estos ejemplos, no queremos, en absoluto, dar a entender que nosotros seamos mejores profesionales de la demoscopia electoral, la investigación de mercado o la anticipación de tendencias sociales. No. Sirven para ilustrar una forma de trabajar que da buen resultado: medir, medir y medir. Cuando llueve y cuando hace sol. Y cuando hay tormenta y cuando escampa. Y, después, volver a medir. Y, con cada medición, insights parciales, hasta tener todas las piezas del puzle, que es el que ahora pretendemos con el impacto de la guerra comercial en el sector tecnológico digital norteamericano, europeo y español.
Los aranceles de Trump sobre productos tecnológicos
La misma lógica, antes explicada, aplica a la guerra desatada por Trump, con la aplicación de aranceles a diestro y siniestro, aliados, amigos y enemigos. 200 países fueron objeto de aranceles comerciales desde el 2 de abril de 2025, que Trump denominó “El día de la liberación”. Ya sabemos lo que pasó: los mercados de valores se hundieron, afectando especialmente a las empresas tecnológicas. En tres días, se evaporaron 10 billones de dólares de valor bursátil. Lo equivalente a 10 veces el Producto Interior Bruto de España.
Con una caída del 20% en las Bolsas, cupo hablar de “corrección” en el mercado, término que causa pánico a los inversores, porque recuerda a lo que sucedió con la caída de Lehman Brothers (septiembre de 2008, antesala de la Gran Recesión); el estallido de la burbuja de las dot.com en 2001 y la consiguiente recesión económica; y, para ilustrar la tendencia, lejos en el tiempo, en octubre de 1987 con el crash bursátil (caída del -22% del Dow-Jones el 19 de octubre, llamado “Lunes Negro”), que también derivó en recesión económica cuando Ronald Reagan dejó la presidencia. El “marrón” pasó a su sucesor, George Bush Senior. Entre 1929 y 2025 (casi un siglo), Estados Unidos ha sufrido en torno a 20 correcciones bursátiles, que han derivado en recesión económica, con mayor o menor intensidad, como los terremotos.
El crash bursátil sucedido en los mercados de valores de todo el mundo, entre el 3 y el 7 de abril, tras al anuncio de los aranceles de Trump, hizo pensar a muchos analistas, economistas y expertos-tertulianos, que, además de declarar una guerra comercial, Trump autoinfligía una herida mortal en la economía norteamericana, que podría devenir en recesión. Y, ya sabemos: “cuando Estados Unidos se constipa, el resto del mundo coge gripe”. Los bancos de inversión (JPMorgan Chase, Goldman Sachs y otros) elevaron sus previsiones de probabilidad de recesión en EE.UU. al 40%.
El sector tecnológico, el que más peso tiene en los índices bursátiles, se llevaba la peor parte. Las compañías con más valor del mundo, las Siete Magníficas, chorreaban billones de dólares, como los gorrinos lanzan sangre por doquier, en la matanza de mi pueblo. Pero, al igual que de la matanza del cerdito salen cosas maravillosas (jamón, chorizo, morcilla, salchichón…), de la pérdida de valor de las tecnológicas, muchos inversores institucionales “convirtieron sus acciones en cash” e ingresaron billones de dólares, fruto de la caída en bolsa de Apple, Alphabet (Google), Amazon, Microsoft, Meta, Tesla, Nvidia, hp, HPE, Cisco, Samsung, Intel, AMD, Lenovo, Sony, Salesforce, Oracle y muchos más.
Empresas tecnológicas españolas y la debacle bursátil
En España, las empresas tecnológicas cotizadas sufrieron muy poco en Bolsa, porque sus negocios están, apenas, expuestos al mercado norteamericano. Cellnex Telecom, líder europeo en gestión de infraestructuras de telecomunicaciones inalámbricas, no se vio afectada por la tormenta bursátil: su negocio está centrado en los 10 principales mercados de Europa. En cambio, su competidora norteamericana, American Tower, perdió -2,97% entre el 3 y el 7 de abril (de 228 dólares a 204: “se dejó un pastón”). Telefónica tampoco se vio afectada en demasía, por la caída de los mercados. Sus países clave son España, Alemania, Reino Unido y Brasil y está desinvirtiendo a marchas forzadas en Hispanoamérica. Sin exposición a Estados Unidos, no sufrió en Bolsa, cosa que no puede decirse de sus homólogas norteamericanas: Verizon y Comcast, por ejemplo, perdieron más del 3% de su valor. Indra, ni se alegra ni se entristece: está centrada en la reorganización de sus negocios y si, verdaderamente, se centrará en el negocio de Defensa, que le aporta solo el 26% de sus ingresos, o si se desprende de su negocio tecnológico (Minsait), que genera el 63% de la facturación y la mayor parte del beneficio.
La historia no acaba aquí: hay segundo, tercero y, posiblemente, cuarto episodio…
¿Se acabó aquí la historia de los aranceles y la guerra comercial y su impacto en el sector tecnológico digital? No. El 7 de abril de 2025 Trump, por sorpresa, anunció exenciones de aranceles a productos tecnológicos como “smartphones, ordenadores, pantallas planas, chips, componentes de networking…”, así, hasta 20 categorías de productos. Los semiconductores (la madre del cordero) serían objeto de análisis diferenciado y, posiblemente, de aranceles distintos. En el momento y durante tres días, las acciones de Apple, Google, Microsoft, Meta, Amazon, Tesla, Nvidia, AMD, Intel, TSMC, Samsung, Lenovo, Cisco, Salesforce, Oracle, American Towers, Verizon… volvían a subir y recuperar el 80% del valor perdido en bolsa cuatro días antes.
Se iniciaba un nuevo capítulo en la guerra comercial y de aranceles, que seguiría teniendo como protagonista al sector tecnológico. “Hasta que apareció Trump”, con otro anuncio disruptivo, que volvió a poner el statu quo patas arriba… (TBC… Continuará).
Nota: Jorge Díaz-Cardiel conoce personalmente a Donald Trump desde agosto de 2011. Ha publicado tres biografías sobre el presidente y sus políticas, así como cientos de artículos y entrevistas. También es consultor del sector tecnológico digital desde 1990.