Las empresas TIC no encuentran en el mercado laboral las competencias que necesitan

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El déficit de talento TIC en España es acusado, y la disfunción que provoca la falta de personas y capacidades en el mercado tecnológico generan una pérdida de oportunidades de negocio directo. Los perfiles más deseados son los relacionados con cloud computing, desarrollo web front-end, big data, las arquitecturas de microservicios y el control de las nuevas metodologías de trabajo.

Publicábamos la semana pasada que, en 2021, se quedaron sin cubrir en torno a 7.000 vacantes por falta de competencias y, de no corregirse la situación, la carencia de perfiles técnicos se agravará, a razón de 50.000 profesionales adicionales cada año, según las conclusiones de la cuarta edición del estudio ‘Empleabilidad y Talento Digital 2021’, elaborado por la Fundación VASS y la Universidad Autónoma de Madrid. 

Este informe ha profundizado en las competencias clave que el mercado de las TIC busca para satisfacer una creciente demanda de digitalización, tanto las habilidades técnicas y conocimientos (‘hard skills’) como las habilidades conductuales (‘soft skills’).

En este sentido, las empresas TIC españolas valoran especialmente los conocimientos en cloud computing, el desarrollo web front-end, big data, las arquitecturas de microservicios y el control de las nuevas metodologías de trabajo.

Respecto a las habilidades blandas, los resultados revelan que las cuatro competencias más importantes para las corporaciones en España son la capacidad para la cooperación y el trabajo en equipo, la adaptación flexible al cambio y a las nuevas situaciones, la capacidad de aprendizaje y la responsabilidad y el sentido del deber.

Sin embargo, el estudio sigue reflejando una diferencia notable en el nivel que el mercado requiere para estas competencias y el que tienen los universitarios una vez acaban sus estudios y se incorporan al mundo laboral. En este sentido, el Gap de Talento Digital marca una puntuación de 45 puntos sobre 100 (siendo 100 un nivel considerado óptimo por los departamentos técnicos de las compañías contratantes). Aunque la cifra baja ligeramente respecto a los 46,8 puntos registrados en 2020, y en consecuencia parece mejorar el déficit de talento, la magnitud de la brecha parece indicar que estamos ante un ‘divorcio’ estructural entre lo que se enseña en la universidad y lo que las empresas necesitan. Esto se da especialmente en el ámbito de los conocimientos técnicos, donde la brecha alcanza los 50,9 puntos (sobre 100).

Las ‘soft skills’, por su parte, presentan una brecha menor, de 36,8 puntos. Los jóvenes ingenieros sí tienen un talento más perfilado en estas habilidades. Las empresas dedican una media de 105 horas a ajustar la formación de los recién incorporados, empleando casi 3.000 euros por persona contratada.

Por otro lado, en un ambiente laboral donde la demanda de perfiles técnicos es mucho mayor que la oferta disponible, los jóvenes que se estrenan en este sector no priorizan el salario inicial a la hora de elegir entre un puesto de trabajo u otro. Según el informe,, los factores extrasalariales son más determinantes que el sueldo a la hora de elegir un empleo (aproximadamente un 51% de la decisión total), si bien el sueldo cobra más importancia que en la edición anterior.

La existencia de planes internos de formación resulta, en esta ocasión, la palanca motivacional mejor valorada por los jóvenes para elegir o no una empresa donde trabajar. Le siguen aspectos como: contar con un plan de carrera claro, la estabilidad profesional, la existencia de un contrato indefinido, el nivel salarial inicial y el horario flexible.

El estudio concluye que la disfunción que provoca la falta de personas y capacidades en el mercado tecnológico generan una pérdida de oportunidades de negocio directo (dejando aparte los efectos inducidos), que podría sobrepasar los 1.400 millones de euros anuales, con una merma asociada de recaudación fiscal superior a los 510 millones cada año.