La brecha de género en España tiene un impacto en el PIB superior a los 200.000 millones

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España avanzó en el cierre de las brechas de género en 2022 y esta desigualdad entre mujeres y hombres incide directa e indirectamente en el PIB a través del mercado laboral. Los datos del III Índice ClosinGap, elaborado por PwC, apuntan a que este coste es superior a los 200.000 millones de euros.

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Entendiendo el 100% como la igualdad plena, el indicador agregado de la tercera edición del Índice ClosinGap, que elabora PwC, se sitúa en el 64,7%, lo que supone un avance de 1,4 puntos porcentuales respecto al análisis del año anterior (63,3%) y la recuperación de los niveles previos a la pandemia. Sus datos indican que, durante el último año, han evolucionado positivamente en los ámbitos de Empleo, Educación, Conciliación y Digitalización, lo que ha contribuido a reducir la brecha agregada entre mujeres y hombres, a pesar del leve retroceso en Salud y Bienestar.

La brecha de género ha disminuido en nuestro país, aunque aún quede un 35,3% por superar. Este resultado sitúa en el año 2056 el horizonte temporal para el cierre de la brecha entre mujeres y hombres, mientras que, según el anterior informe, se produciría en 2058.

En clave financiera, el coste de oportunidad en PIB de las brechas de género en España es de 212.179 millones de euros, equivalente al 17,6% del PIB de 2021, cifra que asumiría la creación de 2,5 millones de empleos femeninos a tiempo completo.

Para Marieta Jiménez, presidenta de ClosinGap, estos datos indican que "estamos en el camino adecuado", pero ponen de manifiesto que, a pesar de la mejoría, debemos continuar impulsando "medidas sostenidas en el potencial femenino como palanca clave para el desarrollo económico”.

Más presencia de mujeres en puestos de liderazgo
En su análisis específico del empleo, el informe refleja que estamos más cerca de la paridad, al situarse el indicador para esta categoría en el 67,2%, 1,1 puntos porcentuales más respecto al año anterior (66,1%). Este incremento se sostiene en el aumento de la presencia de mujeres en cargos de liderazgo en empresas privadas y en una menor brecha en las pensiones.

Sin embargo, a pesar de esta tendencia positiva, el empleo precario ha disminuido en menor medida para las mujeres que para los hombres, mostrando así una evolución menos favorable para el género femenino. 

Esta categoría es especialmente relevante para el análisis global del índice, ya que su estudio incluye gran parte de las variables que se utilizarán para el posterior cálculo de impacto económico de las brechas de género.

Brecha de género en empleo
El indicador muestra que el avance general hacia la paridad también se sostiene gracias al desarrollo en las categorías Digitalización, Educación y Conciliación. La evolución en la primera de ellas se debe al significativo crecimiento en el desarrollo de las habilidades informáticas de las mujeres durante este periodo. Asimismo, el índice también refleja que la ratio entre hombres y mujeres especialistas en profesiones digitales ha progresado y que se ha alcanzado la paridad en el ámbito de las compras por Internet.

El estudio posiciona la digitalización como la categoría con el mayor incremento durante el último año. Concretamente, sitúa en el 75%, cifra 3,6 puntos superior a la referencia del año anterior. Asimismo, este resultado pone fin al estancamiento que se detectaba en este ámbito en los últimos años.

Por su parte, el índice en educación se sitúa en el 71,1%, resultado que supone un incremento de 3,2 puntos porcentuales respecto al último análisis (67,9%). Esta mejora se debe a que los valores de variables como la tasa de abandono escolar, la tasa de educación terciaria y la formación continua de adultos hayan alcanzado y superado la paridad con unos resultados más positivos para las mujeres en todos los casos. Sin embargo, el medidor constata que la educación de carreras STEM sigue teniendo una brecha mayor al 50%, aunque haya experimentado una mejoría respecto a los años anteriores.

Por último, los resultados en el ámbito de la conciliación también muestran un ligero avance hacia la paridad tras haber aumentado en 0,6 puntos, avanzando del 40,8% al 41,4%, aunque sigue siendo la categoría donde la brecha de género es mayor, superando el 50%. Esta variable sufrió una disminución exponencial, debido al COVID-19, de la cual no se ha conseguido recuperar todavía.

Añadido a esto, el análisis recoge una ligera disminución en el tiempo dedicado al ocio para ambos géneros, pero se reduce aún más para las mujeres, que ya contaban con menor tiempo libre respecto a los hombres de partida.

Retroceso en Salud y Bienestar
En contraste, el indicador sobre la paridad en Salud y Bienestar ha empeorado 0,4 puntos porcentuales respecto el año pasado, cayendo del 84,4% al 84,0% y constatando la leve caída (-0,1) registrada por la anterior edición del índice. 

A pesar de ser la variable con mayor paridad, la evolución del indicador muestra que la tendencia no es favorable. En este último año, esta brecha ha empeorado ligeramente debido al riesgo de pobreza y a la reducción de los años de “buena salud” de las mujeres, en relación a su esperanza de vida.

El coste económico de la brecha
El informe también analiza el coste de oportunidad que supone para la economía la existencia de una brecha de género que nos mantiene alejados de la plena paridad. Esta desigualdad entre mujeres y hombres impacta directa e indirectamente en el PIB a través del mercado laboral. En este sentido, si se pusiera fin a las diferentes brechas de género, el PIB español podría llegar a aumentar en 212.179 millones de euros, el equivalente a un 17,6% del PIB de 2021, lo que supone 1,4 puntos porcentuales menos respecto a los resultados de la edición anterior. 

Asimismo, este incremento potencial vendría impulsado por la creación de 2,5 millones de empleos femeninos equivalentes a tiempo completo. Otra de las conclusiones del estudio señala que la reducida participación de las mujeres en el mercado laboral, el inferior número de horas trabajadas por cuestiones de parcialidad y su sobrerrepresentación en sectores económicos poco productivos provoca que las mujeres solamente contribuyan a un 42,1% del PIB, a pesar de representar el 51,4% de la población en edad de trabajar.