Así son las nuevas aplicaciones empresariales que impulsan la digitalización

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Modernas, modelares y que impulsan cambios transformacionales. Estos son los atributos con los que IDC identifica las nuevas aplicaciones empresariales, que han cambiado de forma gradual en los últimos cinco años, un esfuerzo que se ha visto acelerado con la irrupción de la pandemia.

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IDC ha identificado las características que tienen las modernas aplicaciones empresariales, que las empresas necesitan para abordar sus procesos de transformación digital, imposibles de llevar a cabo con software tradicional que no se adapta a los modelos modulares que precisan los entornos cloud y de pago por uso. Es una evolución que se ha ido produciendo en el último lustro y que se ha acelerado por la adopción masiva del trabajo a distancia, que puso en evidencia las carencias de las aplicaciones antiguas. De hecho, según una reciente encuesta de la firma, el 75% de las organizaciones están ajustando sus hojas de ruta de TI para reducir los costes de sus actuales sistemas, al mismo tiempo que facilitan su operación de forma sencilla y generan eficiencias en áreas como finanzas, la gestión de proyectos o la experiencia de los empleados.

Las organizaciones ahora exigen aplicaciones empresariales modernas a medida que avanzan hacia la automatización y digitalización completas. Las aplicaciones empresariales modulares se centran en ofrecer capacidades al negocio que están diseñadas para ser fluidas y consumir rápidamente datos, lógica, inteligencia y flujos de trabajo. Estas nuevas aplicaciones pueden integrarse en cualquier configuración, de modo que ofrecen unos resultados significativamente mejore que la suma de sus componentes. En este sentido, como subrayan sus expertos, innovaciones como la automatización de procesos mediante la robótica (RPA), la inteligencia artificial y el aprendizaje automático, análisis predictivo, las técnicas de procesamiento de lenguaje natural, blockchain, los asistentes virtuales, IoT y tecnologías como la realidad virtual o la aumentada hacen que las aplicaciones sean más ágiles e inteligentes, y que no añadir flujos de trabajo complejos.

Con ellas, las empresas pueden digitalizar, automatizar o completar tareas con mayor efectividad, rapidez y sencillez, en gran parte facilitado por soluciones que apenas utilizan código y que simplifican las diferentes partes de un proceso. Al final, todo ello traslada una serie de beneficios como, por ejemplo, aumentar la flexibilidad, dejar de trabajar en silos, automatizar los flujos de trabajo, impulsar la innovación y la escalabilidad, empoderar a las líneas de negocio o mejorar las métricas de eficiencia y productividad.

Estos beneficios son “solo la punta del iceberg”, según IDC, ya que el potencial de estas aplicaciones reside en la creación de valor total que se obtiene a medida que la empresa utiliza los sistemas.