La inversión en TIC Digital se mantiene, la guerra comercial se relaja (y IV)
- Opinión

Esperábamos un anuncio del presidente Trump sobre la guerra comercial y aranceles para la semana del 21 al 27 de abril. El fallecimiento del Papa Francisco y que Trump haya asistido en Roma a su funeral, ha retrasado al mes de mayo dicho anuncio. Aún así, el 23 de abril, Trump y su secretario del Tesoro adelantaron someramente lo que tenían pensado decir y dirán largo y tendido en mayo.
Por Jorge Díaz Cardiel, socio director general de Advice Strategic Consultants.
Se rebaja la tensión por los aranceles. Trump tiende una mano a China diciendo que “los aranceles del 145% son demasiado altos: los bajaremos”. Se vislumbra un acuerdo entre Estados Unidos y los más de 70 países que, como Japón, Reino Unido y Corea del Sur -economías en las que las TIC y Digitalización tienen fuerte peso en su PIB- han abierto negociaciones bilaterales para establecer aranceles de común acuerdo. Palabras amables hacia Europa (Unión Europa) diciendo que “los europeos se han comportado muy bien”.
Guerra comercial e impacto en el sector tecnológico digital: medir y analizar (I)
Cadenas de suministro y fabricación: impacto de la guerra comercial en el sector TIC Digital (II)
El nuevo tono conciliador de Trump tuvo reflejo positivo en los mercados: las bolsas subieron (22, 23 y 24 de abril; especialmente, los valores de empresas tecnológicas) y el dólar se apreció. Las sugerencias positivas de Trump vinieron a cuenta de las muchas llamadas telefónicas, recibidas en la Casa Blanca, de los CEO de las principales empresas tecnológicas digitales norteamericanas, que han hecho cuentas y la guerra comercial les resulta desastrosa para su negocio. Muchas llamadas, también, de congresistas y senadores norteamericanos, que veían como miles de negocios retail, que importan casi el 100% de sus productos desde China, tendrían que cerrar, con aranceles del 145% a la importación.
Sin lugar a dudas, las motivaciones de Trump para dejar caer un pronto resultado positivo de la guerra comercial, tienen mucho que ver con la caída de las bolsas (para Trump, la medición más importante de la salud de la economía); las admoniciones de recesión desde los principales bancos norteamericanos -cuyos activos ya alcanzan el 69% del PIB estadounidense-, como JP Morgan Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Citi Group y Bank of America. Por supuesto, de Wells-Fargo, de la Costa Oeste, donde tienen su sede el 90% de las empresas tecnológicas norteamericanas. Las críticas de Trump al presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, dejaron de ser graciosas cuando sus propios asesores advirtieron al presidente de una fuerte caída de los mercados si se atrevía a despedir al presidente del banco central norteamericano. Trump juega con la comida, pero con la bolsa, no.
Obviamente: en 2026 hay “elecciones legislativas de medio mandato”, por las que se renuevan parcialmente las Cámara de Representantes y el Senado: si EE.UU. cayera en recesión o -como dicen las anticuadas previsiones económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial- hubiera una fuerte desaceleración económica en Norteamérica, con certeza el partido republicano pagaría los platos rotos. Porque los americanos sí juegan con la bolsa, pero con la comida, no.
El papel de los directivos TI
Y están las llamadas a Trump de los presidentes de empresas de Retail, como Walmart y Amazon; empresas del automóvil, como Ford; y las más relevantes para nosotros, las de los CEO de empresas tecnológicas. Destacamos las llamadas de Tim Cook, CEO de Apple; Sundar Pichai, CEO de Alphabet (Google); y Mark Zuckerberg CEO de Meta. Los tres tienen motivos suficientes y comunes para llamar y apelar al presidente Trump. Por un lado, los aranceles a China destrozan sus cadenas de suministro, que tienen origen en el sudeste asiático. El encarecimiento de los costes, trasladado al precio final del producto cara al consumidor (tanto B2B como B2C) haría inviable el negocio. Adicionalmente, las tres empresas tienen problemas con las autoridades de la competencia de Estados Unidos y de la Unión Europa. Esta última ha impuesto multas billonarias a varias empresas estadounidenses.
Recordemos que, cuando Trump tomó posesión como presidente, a la ceremonia acudieron los líderes de las principales empresas tecnológicas norteamericanas, algo inaudito y sin precedentes en la historia de Estados Unidos. Allí estuvieron Jeff Bezos (Amazon), Sundar Pichai (Alphabet, Google); Tim Cook (Apple), Elon Musk (Tesla), Mark Zuckerberg (Meta)... Todos han comprometido cientos de billones de dólares de inversión en Inteligencia Artificial, desde infraestructuras (medio trillón de dólares por parte del consorcio Stargate compuesto por Oracle, Open AI, SoftBank, con la colaboración de Microsoft y Nvidia) a data centers y nuevos productos y servicios.
El primer problema de inversiones comprometidas en el sector tecnológico, es que se llevan a cabo, sí o sí, tanto si lloras, como si ríes. El segundo problema, es que los costes previstos aumenten exponencial y desproporcionadamente, cuando la inversión está en marcha. Y este es el efecto que han tenido los aranceles de Trump a productos importados de China. Muy especialmente, en el caso de los semiconductores y los chips. Al final, la única salida para reducir costes imprevistos, es despedir miles de trabajadores. Es lo que acaba de hacer Intel. En su caso, no primordialmente por los aranceles, sino porque está en pleno proceso de reestructuración (desde hace cuatro años, al menos). 20.000 despidos ahora, que se suman a los 15.000 desempleados de 2024. Las llamadas de los líderes tecnológicos a Trump sugerían despidos de cientos de miles de personas. Solo en el sector tecnológico. Si sumáramos despidos de empresas de distribución y retail y del sector del automóvil y de laboratorios y farmacéuticas, el presidente Trump se debió encontrar con un panorama tan sombrío que, incluso antes de irse para Roma, se vio obligado a rebajar fuertemente las tensiones de la guerra comercial desatada por él mismo.
El beneficio de un acuerdo
Al final, aplicando la filosofía expresada por Trump en “The art of the deal”, la resultante de este mes de abril de vértigo será que, habiendo el presidente norteamericano puesto encima de la mesa unos aranceles inasumibles, que amenazan con dañar la economía de su propio país, ha provocado que docenas de países se sienten en la mesa de negociación para encontrar un punto intermedio. Para Trump y para Estados Unidos este resultado sería ideal porque -de no haber habido un elemento disruptivo como los aranceles- el statu quo se habría mantenido. En cambio, Trump podrá arrogarse el mérito de que América ingrese cientos de billones de dólares vía aduanas por el pago de aranceles.
Y el sector tecnológico, que preveía mantener la inversión comprometida pero no ir más allá con nuevos proyectos, gana tiempo para prepararse al anuncio definitivo de Trump, el próximo mes de mayo. Toda vez se despeje la incógnita, las empresas tecnológicas tendrán estimaciones muy aproximadas de la inversión empresarial y gasto de los hogares en tecnologías de la información y digitalización.
En enero, en IT User, sostuvimos que la inversión en TIC aumentaría el 10%, globalmente, beneficiándose los data centers, el software (IaaS y SaaS), devices (smartphones y ordenadores) y los servicios de IT. A expensas del anuncio de Trump dentro de un mes, mantenemos por ahora las mismas estimaciones.
Porque, como dijimos en la introducción, la metodología adoptada es medir, medir y medir, sin dar a un dato aislado un valor absoluto. Sobre todo, si, como sucede con Trump, todos los días hay datos nuevos que cambian el resultado de la ecuación…