Las BigTech y el sector TIC sufren por los aranceles de EE.UU.: semiconductores, chips y sus ecosistemas (III)
- Opinión

Nvidia no puede vender chips en China; Amazon (AWS) y Microsoft posponen proyectos de nuevos data centers (manteniendo los que ya estaban en marcha); ASML pierde pedidos; Huawei triunfa en la fabricación de chips con inteligencia artificial para el mercado chino... ¿cómo se ha llegado a esta situación? ¿Qué está pasando?
Por Jorge Díaz Cardiel, socio director general de Advice Strategic Consultants.
Tras el primer y segundo anuncio de Trump sobre los aranceles, Nvidia dijo que, con producción de chips y semiconductores en Estados Unidos, generaría proyectos por un valor de medio billón de dólares. Aunque Trump se arrogó el mérito de la inversión de Nvidia, la realidad es que la construcción de fábricas de chips y semiconductores en suelo americano tuvo su origen en la CHIPS Law de Joe Biden, que adelantamos en IT User en 2021. Aquella ley daba incentivos y subvenciones para la fabricación de chips y semiconductores en Estados Unidos: Intel y Samsung Semiconductors, por ejemplo, se acogieron y beneficiaron de dicha ley y empezaron a construir fábricas hace años.
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Nvidia también se benefició de aquellas dádivas gubernamentales: como dijimos en el anterior artículo, las fábricas de alta tecnología no se improvisan. En cualquier caso, Nvidia aprovechó la nueva política comercial de Trump para anunciar la construcción de nuevas fábricas. Con ellas pueden producirse supercomputadoras de inteligencia artificial en territorio estadounidense: Nvidia está trabajando con los fabricantes de electrónica taiwaneses Foxconn y Wistron para construir dos fábricas de superordenadores en Houston y Dallas (ambas en Texas). De hecho, Nvidia afirmó que ya produce sus chips Blackwell -que proporcionan capacidad para IA generativa y computación acelerada-, en la fábrica de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) en Phoenix (Arizona).
Con el anunció, Nvidia aprovechó para recordar que “espera que la inversión genere cientos de miles de empleos e impulse medio billón de dólares…”. Trump le tomó la palabra a Jensen Huang (CEO de Nvidia), y promocionó la noticia de Nvidia -sobre la construcción de fábricas de superordenadores en Estados Unidos-, como “un triunfo de nuestros esfuerzos por impulsar la fabricación nacional”. ¿Todos felices? Hummm… felicidad con fecha de caducidad. Ya entrados en Semana Santa, la Casa Blanca -que previamente emitió una exención de los aranceles para los semiconductores-, se descolgó con el matiz de que “la exención es temporal”. ¿Por qué? Trump fue más rápido que los secretarios del Tesoro y de Comercio, a quienes la política económica y comercial les afecta directamente en su cometido. Trump publicó en su red social Truth Social que está "analizando los semiconductores y toda la cadena de suministro de productos electrónicos, en las próximas investigaciones arancelarias de seguridad nacional".
Seguridad Nacional
¡Ah, la bendita Seguridad Nacional! Alguien en la Casa Blanca cayó en la cuenta de que una cosa es penalizar a los productos tecnológicos importados de China -para hacerlos tan prohibitivos en precio que, por necesidad, no quede más remedio que fabricarlos en Estados Unidos- (como Nvidia, Intel, TSMC y Samsung Semiconductors ya estaban haciendo), y otra es exportar productos tecnológicos norteamericanos a China. Dejando de lado -por ahora-, que China ha respondido a los aranceles de Estados Unidos con la misma moneda y, por tanto, para los fabricantes norteamericanos de tecnología y transformación digital es más caro vender allí, está el hecho de que -desde hace décadas-, qué más quiere China que poder copiar la tecnología inventada y diseñada por Estados Unidos. No es broma. América inventa tecnología. China fabrica dicha tecnología y, además, la copia. Y, cuando no puede hacerlo, empresas que dependen del estado chino, acaban hackeando a las corporaciones norteamericanas, para extraerles sus invenciones protegidas por derechos de propiedad intelectual y patentes que, honestamente, a China, le importan un pimiento y medio.
Ante el miedo a que China supusiese, de nuevo y como siempre, un peligro para la Seguridad Nacional de Estados Unidos, Trump puso restricciones muy fuertes a la exportación de productos y componentes tecnológicos norteamericanos -y occidentales, en general, a China-. Esto provocó una segunda debacle bursátil. En todos los mercados, pero especialmente en el sector tecnológico. Antes que cerraran las Bolsas en el fin de semana de la Semana Santa, una nueva corrección bursátil se cebaba en los valores de Apple, Amazon, Nvidia, Microsoft, Google (Alphabet), Meta y todo el sector tecnológico en general, con fuertes caídas de los índices bursátiles Dow Jones, Standard & Poors 500 y el índice tecnológico NASDAQ.
Por motivos distintos y adicionales, la segunda hecatombe de los mercados se encarnizó especialmente con Meta y con Google, por los juicios y procesos abiertos por jueces y autoridades de la competencia de EE.UU. y Europa que, en última instancia, quieren trocear Meta y Google. La acusación es recurrente y hasta resulta cansina: comportamiento propio de duopolio en la publicidad online que, entre ambas empresas, cosechan el 85% de los ingresos publicitarios online. Lo que no consiguió la administración Biden, podría conseguirlo la de Trump, a pesar del apoyo recibido de las BigTech por el presidente en la pasada elección presidencial.
Apple, por vender mucho a China, también salió mal parada en Bolsa y Trump tuvo que salir a la palestra: “I do not want to hurt anybody -dijo-; I do not want to hurt Apple: we can make exceptions”. Trump tuvo que dar la cara por Apple, porque antes del primer anuncio de aranceles, Tim Cook (CEO de Apple) también comprometió -como Nvidia- medio billón de dólares de inversión en fabricación en suelo patrio. Está por ver cómo afectarán los aranceles al consorcio “Stargate”, liderado por Oracle, OpenAI y SoftBank, que han comprometido una inversión de medio billón de dólares en infraestructura de inteligencia artificial y Data Centers. Y, la empresa más damnificada fue Nvidia. Y, con ella, la holandesa ASML, porque ambas venden muchísimo en China.
ASML es el único productor de máquinas de litografía de vanguardia, que utilizan las empresas de semiconductores, para fabricar chips avanzados para diversos productos, como los teléfonos inteligentes de Apple y los aceleradores de inteligencia artificial de Nvidia. Entre sus clientes están Intel, Samsung y TSMC. Y, para ASML, China representa el 27% de sus ventas netas; en 2024 alcanzó el 41%. Durante varios días, las acciones de ASML fueron perdiendo valor en bolsa. La empresa holandesa tuvo que reportar 3.940 millones de euros en (reservas para cubrir) pedidos del primer trimestre, por debajo de los 4.820 millones de euros esperados, y advirtió sobre la incertidumbre, debido a los recientes anuncios arancelarios. La preocupación por el impacto de los aranceles estadounidenses en la industria de semiconductores llevó a ASML a afirmar que “la situación se mantendrá estable por un tiempo”. Nota: estable, aquí, equivale a desastrosa).
ASML advirtió de los posibles riesgos de los aranceles estadounidenses, incluyendo cargos adicionales en los envíos, y afirmó que no tiene planes de trasladar la producción a EE.UU., pero que podría repercutir algunos costes arancelarios a los clientes. Entre sus clientes se encuentran TSMC, Intel y Samsung Semiconductors. ASML dijo públicamente lo que peor puede entrar en los oídos del presidente Trump: se queja públicamente de los aranceles estadounidenses, a quienes culpa de la caída de sus pedidos en China y de su hundimiento en bolsa. Y, para más inri, anuncia que no solo no va a fabricar en Estados Unidos, sino que va a repercutir el aumento de costes arancelarios en los clientes. Supongo que el CEO de ASML, Christophe Fouquet, tuvo una reacción muy desabrida, nada sobria y apenas pensada, porque sus accionistas le pusieron la cabeza como un bombo. Pero las medidas anunciadas no le van a poner en una buena situación ante Trump ni antes sus clientes.
Desde la administración Trump, los mensajes fueron inequívocos a los 200 países a quienes se les impuso los aranceles recíprocos: no respondáis con la misma moneda y saldréis beneficiados; no aprovechéis para dejar Estados Unidos y entregaros en los brazos de China. 70 países hicieron caso a Trump, entre ellos, economías tan fuertes como Japón, Corea del Sur, Reino Unido, Taiwán, Vietnam (país comunista) y, efectivamente, han salido beneficiadas de las negociaciones con la Casa Blanca. Pero la cuestión de la Seguridad Nacional de Estados Unidos, “excusa o verdad, da igual”, tiene mucho peso, en la tercera fase de la guerra arancelaria: Trump tiene un plan.
Trump quiere aislar China del ecosistema tecnológico digital mundial
EE.UU. planea utilizar las negociaciones arancelarias con las 70 economías más fuertes del mundo para aislar a China. Trump quieren utilizar las conversaciones bilaterales con más de 70 países, para solicitarles que prohíban a China enviar productos a través de ellos, que impidan que empresas chinas se instalen en sus países para evitar los aranceles estadounidenses, y que no absorban los productos industriales baratos de China en sus economías. En este contexto, los valores tecnológicos cayeron en bolsa por tercera vez, debido a que las nuevas restricciones estadounidenses a la exportación de chips Nvidia a China y el informe decepcionante del fabricante de chips ASML, que antes vimos, avivaron la preocupación por una guerra comercial más larga y dura de lo esperado.
En el caso de Nvidia -que volvió a perder 155.000 millones de valor en bolsa, tras el billón de dólares inicialmente perdido y, después, parcialmente recuperado- el bofetón de Trump llegó de manera sorpresiva, sorprendente, inesperada y, posiblemente hasta injusta: la administración Trump prohibió a Nvidia vender su chip H20 en China, lo que supone una escalada en la guerra tecnológica de Washington con Pekín, que costará a la compañía miles de millones de dólares y paralizará una línea de productos que diseñó explícitamente para cumplir con las restricciones estadounidenses anteriores. Esto último es lo peor, porque para Nvidia, perder 5.500 millones de dólares, es insignificante. No así, tener que dejar de vender en China chips expresamente diseñados para cumplir con la normativa, que el propio gobierno de Trump aprobó. “Además de cornudo, apaleado”, que decía mi madre…
El gobierno estadounidense informó a Nvidia esta semana que el chip H20 requeriría una licencia para exportar a China "por tiempo indefinido". Las nuevas normas abordan las preocupaciones de Washington de que "los productos cubiertos puedan utilizarse en una supercomputadora en China o desviarse a ella", según Nvidia, que advirtió que reportará cerca de 5.500 millones de dólares en amortizaciones durante el trimestre actual, vinculadas al inventario y los pedidos comprometidos para ese chip.
Los últimos acontecimientos muestran cómo los aranceles ya están causando serios problemas a BigTech, las 7 Magníficas o como se las quiera llamar. Es obvio que la guerra comercial se extiende más allá de los simples aranceles a la importación, en general. Las consecuencias podrían afectar a las ganancias (ingresos y beneficios) del sector de chips norteamericano y todo el ecosistema de empresas de hardware, software, digitalización, networking, inteligencia artificial y quantum computing.
Lo que está por venir...
En breve debería de haber un nuevo anuncio de Trump sobre la política de aranceles en varios ámbitos: en la guerra comercial con China; en la concreción de los acuerdos bilaterales con las 70 economías que están negociado con Estados Unidos; en los aranceles para todas las categorías de productos en general y, sobre todo, en lo que se refiere al sector tecnológico, normas claras sobre los aranceles, para que las firmas tecnológicas norteamericanas y occidentales sepan a qué atenerse, y no solamente no sufran las consecuencias de una política errática, sino que salgan beneficiadas, como Trump les prometió al convertirse en presidente.
Lo peor que le podría pasar a Estados Unidos en este ámbito es que Google, Apple, hp, Cisco, Salesforce, IBM, HPE, Amazon (AWS), Meta, Tesla, Microsoft, Nvidia, Intel, AMD, Qualcomm… fueran las damnificadas por las políticas arancelarias de Trump y que, por contraste, Huawei, Weibo, Oppo, Xiaomi, Byte-Dance & TikTok, Alibaba, Tencent… fueran las grandes beneficiadas. Si así fuera, tendrían razón los que dicen que Trump ha acertado en puntería: se ha pegado un tiro en la rodilla…
El cuarto anuncio de Trump sobre los aranceles, especialmente sobre semiconductores y chips, debería poner las cosas en su sitio, aunque se pospondrá en el tiempo, debido al fallecimiento del Papa Francisco, a cuyo funeral asistirá el presidente Trump.