Mi vida en China

  • Opinión

Cuando mi buen amigo y tocayo Juan Ramón Melara me pidió que os contase un poco sobre mi aventura personal en China, la verdad es que me encantó la idea. Porque ya desde los días del proceso de selección de la multinacional TIC que me contrató para trabajar en ese país, entre mi entorno más cercano todo el mundo me preguntaba por el proceso, entre otros muchos aspectos.

Y por fin iba llegando el momento de despedirme de ellos, ya que me fui solo. Una mezcla de echarles de menos, incluso antes de coger el avión, con la ilusión por el nuevo proyecto profesional y aventura vital.

Y me planté en una de esas ciudades con nombre desconocido y muchos, muchos millones de habitantes. En China hay más de 100 ciudades con más de 5 millones de habitantes.

Al llegar, desde el taxi, veía más rascacielos que en Manhattan, casi todos usados como pantalla gigante para anuncios o símbolos chinos que todo el mundo (excepto yo, o eso te parece al principio) comprende perfectamente y es que en las ciudades de China, en contra de lo que yo había leído, todo el mundo lee y escribe, al menos con teclados de un abanico de dispositivos. Y muchos también con papel y lápiz.

Y ese tráfico. Probad 2 horas de atasco para atravesar una ciudad enorme cuyas carreteras y calles están transitadas por Masseratis, Porsches, BMW, camiones, muchos modelos de marcas japonesas y alemanas hechos especialmente para el mercado chino, carros de madera con tracción humana, bicicletas, triciclos y peatones valientes. Si existen normas de tráfico, no se usan mucho. Todo el mundo adelanta a todo el mundo y los cláxones suenan sin parar. Y como la gente está acostumbrada, asombrosamente me encuentro con muchos menos accidentes que en Madrid.

El crecimiento económico en China no es un concepto macroeconómico: es un fenómeno del que participamos (y que experimentamos) todos los que vivimos aquí, chinos o no. Cada vez es mayor el flujo migratorio desde toda Europa, Asia y América del Norte. Es como la Fiebre del Oro, pero en lugar del “Go west, young man” de esa época ahora es “Go East, skilled women and men”

Y aquí las tierras ya tienen dueño, no como en el salvaje oeste. Y conviven clase media, acomodada, humilde y grandes fortunas, con desigualdades más acentuadas que en Europa e incluso que en EE.UU. Desde luego trabajo hay y mucho.  

Hay dos fenómenos que yo he visto en China y que antes no los había experimentado:

Primero, las masas de gente ocupando las aceras de la calle sin que se vea un centímetro de suelo. Son miles de personas que se movilizan por la mañana para ir al trabajo o centro de estudios, a mediodía para almorzar, y por la tarde para volver a casa. Es realmente espectacular, no tengo palabras para describir la armonía con la que miles y miles de personas se mueven a ritmo acompasado y sin que nadie sufra ningún percance.

Segundo, cómo aprovechan las aceras, los parques y cualquier espacio público para hacer Tai-Chi, para bailar música tradicional (en grupos de más de 100 personas), o para cualquier otra actividad lúdica. Es un pueblo muy trabajador y la gente tiene muy pocas vacaciones o festivos, pero aprovechan su tiempo libre para salir al aire libre y disfrutar.

La comida es muy sana. Lejos de basarse en cosas raras y de mal sabor, lo que predomina además del famoso arroz, son las sopas, las verduras, pescado, pollo, cerdo y la ternera. Les encanta la pasta. A los que les guste el picante, también hay cosas, pero menos de las que muchos imaginan.

En fin, podría estar contando cosas sin parar, peo creo que os habéis hecho una idea. Si no, por mail o twitter. ¡Saludos desde China!

 

Sobre el autor

Ramón Gimeno

Senior marketing manager, Multinacional TIC