¿Es posible llevar a cabo la revolución de la IA de manera sostenible?

  • Opinión
Rafael Toyas

La revolución de la IA avanza a un ritmo imparable, pero también incrementa su huella energética y ambiental. El crecimiento de los centros de datos plantea un desafío urgente de sostenibilidad. Innovación, eficiencia y energías renovables serán claves para un futuro digital responsable.

Por Rafael Toyas, Manager TechOps Datacenters del Grupo IONOS en España

 

La Inteligencia Artificial está transformando rápidamente todo nuestro entorno. Desde los aspectos más estratégicos del mundo empresarial hasta los más operativos de un usuario a la hora de navegar en Internet. Sus beneficios son innegables. Pero, como suele ocurrir con las grandes innovaciones, también trae consigo efectos secundarios que no siempre vemos a simple vista. Detrás de esos servicios basados en IA que hoy damos por sentados existe una infraestructura de cálculo descomunal que consume cantidades de electricidad sin precedentes. A medida que la demanda de IA sigue creciendo, también lo hace su impacto ambiental, lo que plantea un dilema de sostenibilidad cada vez más urgente.

 

¿Por qué la IA consume tanta energía?

La razón principal es la enorme potencia de cálculo necesaria para entrenar y ejecutar sus algoritmos. El aprendizaje automático, núcleo de la IA, se alimenta de datos, auténticas montañas de datos. Un informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU reportó una subida del 150% de las emisiones de carbono de empresas tecnológicas como Amazon, Meta, Alphabet o Microsoft. Este incremento se debe mayormente al uso de la energía que exigen los centros de datos donde se entrenan y operan los modelos de IA. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), un centro de datos estándar consume hoy la misma electricidad que 100.000 hogares; una cantidad que se multiplicaría al menos por 20 en los colosales centros de datos se están construyendo actualmente.

A escala mundial ya representan en torno al 1% del consumo eléctrico, y todo apunta a que la cifra irá en aumento conforme la IA se extienda. Su papel es esencial para el progreso tecnológico, pero también ha encendido las alarmas entre científicos del clima y expertos en sostenibilidad.

 

Sostenibilidad e IA

El reto consiste en rediseñar el funcionamiento de los centros de datos, no solo para los hiperescalares, sino también para las pymes españolas que empiezan a integrar IA en sus procesos. Si no actuamos, existe un riesgo real de que los centros de datos contribuyan de forma desproporcionada a las emisiones globales. El desafío cobra aún más relevancia si consideramos que el sector prevé movilizar más de 21.000 millones de euros de inversión directa en España entre 2025 y 2027 bajo un escenario de crecimiento exponencial, según el Informe del Sector Data Center de la asociación SpainDC.

Afortunadamente, la innovación tecnológica está ya volcada en suavizar este impacto, pasando de un modelo energético tradicional a otro más sostenible. Especialmente, con el uso y diversificación de las fuentes de energía, vinculándose siempre al compromiso medioambiental. Es muy relevante que los centros de datos que nos rodean cuenten con suministro energético procedente de fuentes renovables y las instalaciones más modernas cuenten también con sistemas de generación solar.  Algo que cobra especial importancia en la península ibérica, donde en 2024 las energías renovables cubrieron un 56,8 % de la demanda eléctrica, según Red Eléctrica.

 

La tecnología también es la solución

La eficiencia es otro factor decisivo. En Europa se fomenta la transparencia energética, la reducción del consumo de agua y la integración de energías renovables en la red. Y la tecnología se ha convertido en una gran aliada para mejorar la eficiencia energética en unas instalaciones tan exigentes como los centros de datos.  Desde procesadores de bajo consumo diseñados específicamente para cargas de IA, hasta la aplicación de la propia IA en las automatizaciones industriales y sistemas de monitorización con el objetivo de optimizar cada watio. El análisis predictivo anticipa averías y ajusta la climatización en función de la carga de trabajo, lo que abarata costes y baja la huella de carbono.

La arquitectura cloud también avanza. Los proveedores despliegan infraestructuras y elementos industriales modulares que se encienden o apagan según la demanda y que se distribuyen en diferentes localizaciones cloud. Tanto empresas como proveedores nos beneficiamos de esta evolución, se optimizan costes y los usuarios ven el tiempo de respuesta reducido, su factura es más asequible y su huella de carbono también se reduce.

Aunque muchas empresas están adoptando prácticas más verdes, el ritmo de cambio debe acelerarse para ir a la par de la innovación tecnológica. Los proveedores comprometidos con estos avances, están trasladando ya sus mejoras a los clientes, lo que demuestra que es imprescindible reforzar la colaboración entre compañías privadas, administraciones y usuarios.

El reto de llevar a cabo la revolución de la IA de manera sostenible no es insalvable. Con la combinación adecuada de compromiso y enfoque, es posible aprovechar todo el potencial de la inteligencia artificial sin comprometer la salud del planeta. La tarea es lograr que la sostenibilidad sea tan inherente al progreso tecnológico como la propia innovación.