Mobile wallet y la tecnología de pagos experimentarán un crecimiento anual del 31,1% hasta 2023

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La industria del comercio electrónico valdrá 138.500 millones de dólares en 2023, según BCC Research. El gran obstáculo para la expansión del mercado es la dificultad para que el consumidor cambie sus hábitos tecnológicos.

El rápido crecimiento en la industria del comercio electrónico y el ascenso en la penetración de los smartphones son dos factores que han contribuido de forma esencial al fuerte crecimiento del mobile wallet y del mercado del pago tecnológico. Una industria que espera una tasa de crecimiento anual del 31,1% hasta el 2023, donde podría valer 138.500 millones de dólares, según el informe “Mobile Wallet and Payment Technologies: Global Markets” de BCC Research. 

Hablamos de un fuerte mercado liderado por actores como First Data (FDC), Bank of America (BAC), Wells Fargo Bank (WFC), Barclays Bank (BARC), Visa (V), Mastercard (MA) y Google (GOOGL). Compañías, todas, que han sabido leer perfectamente los beneficios que el tráfico proveniente de dispositivos móviles (hoy más de la mitad de lo que se mueve en Internet) puede dar. 

Este mercado está liderado en tamaño por el comercio móvil, que tuvo un valor en 2018 de 16.700 millones de dólares, aunque serán las transferencias por móvil las primeras en cuanto a crecimiento, con una tasa anual del 34,2% hasta el 2023. 

Si hablamos de aplicaciones, son las compras móviles las que lideran la lista con un valor en 2018 de 7.500 millones de dólares, seguidos del pago de facturas (4.300 billones de dólares) y de hostelería (2.500 millones de dólares).

Y si nos centramos en la geografía, es Asia-Pacífico el territorio líder en el mercado en cuanto a tamaño, con un valor de 16.100 millones de dólares en 2018, seguido de Europa, Oriente Próximo y África con 9.800 millones de dólares. Norteamérica consigue 8.500 millones.

Sin embargo, no son todo buenas noticias, ya que varios factores están obstaculizando la expansión. El principal de ellos es el hábito: a los consumidores les cuesta abandonar sus antiguas tecnologías para adoptar otras nuevas. Si a esto le sumamos la baja presión que ejercen estos compradores para que llegue una reciente tecnología, entendemos por qué los comerciantes han tardado tanto en invertir en nuevas unidades de POS (Point of Sale).