En España se perdieron 386 millones de euros en 2015 por las falsificaciones de smartphones

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Así lo pone de manifiesto un informe elaborado por la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea, en el que se estima que las pérdidas globales por este concepto ascendieron a unos 45.300 millones de euros.

La Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), en colaboración con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), han presentado un estudio en el que se revela que, en 2015, se vendieron 1.300 millones de teléfonos inteligentes en todo el mundo. Eso significa que, aproximadamente, uno de cada seis habitantes del planeta compró uno, a un precio medio de 275 euros. En la esfera europea, uno de cada tres ciudadanos de la UE se hizo con un terminal, lo que equivale a 150 millones de unidades vendidas.

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En este contexto, el informe avanza que, debido a la presencia de dispositivos falsificados, las empresas legítimas dejaron de vender 184 millones de dispositivos, lo que supuso unas pérdidas de 45.300 millones de euros, equivalentes al 12,9% de las ventas legítimas de este sector. En la Unión Europea, el número de dispositivos no vendidos ascendió a 14 millones de unidades, lo que para las empresas legítimas conllevó unas pérdidas que alcanzaron los 4.200 millones de euros, el equivalente al 8,3% de las ventas del sector. Y en España, las pérdidas ascendieron a 386 millones de euros, un 10% de las ventas de esta industria.

“A partir de la elaboración de nuestros informes y análisis, la EUIPO está componiendo una imagen de los efectos de la falsificación y la piratería en los sectores económicos clave”, señala António Campinos, director ejecutivo de la EUIPO. Además, añade: “Las cifras que ofrece el informe pueden actuar como un mensaje impactante para los responsables políticos y para todos los que trabajan para combatir la falsificación en todo el mundo”.

Por su parte, Brahima Sanou, director de la Oficina de Desarrollo de la UIT, opina que “las falsificaciones afectan a la seguridad, a la salud y la privacidad de los consumidores, así como al crecimiento económico”. Y agrega: “Me complace observar que nuestra colaboración con la EUIPO contribuye a aumentar la concienciación sobre las consecuencias sociales y económicas de los teléfonos inteligentes falsificados. Es nuestra responsabilidad adoptar medidas para proteger a los consumidores”, concluye.

 

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