La productividad se desacelera en las principales economías europeas

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Los grandes países de la UE-15, grupo en el que se encuentra España, han experimentado una desaceleración de la productividad laboral en los últimos tres lustros, según Funcas, "think tank" dedicado a la investigación económica y social.

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El último número de “Papeles de Economía Española”, Funcas analiza la productividad de las grandes economías de la UE-15, grupo que forman Alemania, Francia, Italia, España y en el que incluye también a Reino Unido. En todos ellos se está produciendo un desaceleración generalizada, aunque de intensidad desigual. “La alarma, o la paradoja, de la productividad está presente en la gran mayoría de los países desarrollados desde comienzo de siglo. Se caracteriza por la desaceleración del crecimiento en un contexto de mayor intensidad tecnológica, en la llamada cuarta revolución industrial. De los cinco países mencionados, Reino Unido presenta la desaceleración más pronunciada”, explica el think tank.

Por su parte, España tiene problemas de productividad más graves que los de los restantes países europeos. Es el único país con un perfil de la productividad contracíclico, es decir, ésta aumenta en las recesiones y se contrae en las expansiones. La explicación, a su juicio, puede deberse en parte a la baja inversión en activos intangibles junto con el pobre funcionamiento del mercado de trabajo. La inversión en España está sesgada hacia los activos que tienen menos impacto sobre las ganancias de productividad (diseño e imagen de marca), mientras que el peso relativo de las inversiones en I+D, software, bases de datos y en mejoras de eficiencia organizativa es menor.

En la distribución regional, destaca el liderazgo de Madrid en inversión en intangibles, y unas diferencias interregionales que se han ampliado a pesar del buen comportamiento reciente en este ámbito de comunidades como Aragón, Comunidad Valenciana, Islas Baleares y Asturias.

Además del problema de la productividad, Funcas señala también que Europa también está inmersa en un estancamiento de la inversión empresarial, agravada por una fuerte caída en la anterior crisis y una débil recuperación posterior. A su juicio, a factores coyunturales, como la atonía de la producción y la incertidumbre, se suman aspectos más estructurales, como una insuficiente competitividad, a pesar de las reformas llevadas a cabo en los años inmediatamente posteriores a la crisis. En este punto, sugiere que son fundamentales “políticas estructurales de fomento de la inversión productiva” para un crecimiento económico sostenible en el largo plazo.