El exceso de tecnología tiene secuelas para los empleados

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El agotamiento que provoca la hiperconectividad afecta a la vida laboral y a la personal, y se plasma en falta de motivación y disminuyendo los niveles de productividad. La fatiga tecnológica comienza a pasar factura.

La dependencia tecnológica hace que los empleados no desconecten y la sobreestimulación puede tener consecuencias negativas en la capacidad de concentración, según los datos que ha recopilado International Workplace Group (IWG).

Por ejemplo, científicos de la Universidad de Yonsei en Corea descubrieron que el aumento de energía que requiere responder al flujo constante de información está provocando tensión física y psicológica en los empleados. El estrés asociado a la fatiga tecnológica puede influir en la motivación y esto se agudiza todavía más en las generaciones más jóvenes, formadas por nativos digitales que están ultraconectados y a los que se les hace realmente difícil desconectarse de sus dispositivos móviles.

Otro efecto secundario importante es la reducción de los periodos de atención. Un estudio de investigadores de la Universidad Técnica de Dinamarca menciona que "la capacidad de atención global colectiva se está reduciendo a causa de la cantidad de información que se presenta al público". La gran cantidad de datos que se manejan hace que capacidad de concentración disminuya. De hecho, esta limitación puede afectarnos en muchos aspectos de la vida.

Al final, según estos estudios, estar disponible las 24 horas del día los siete días de la semana acaba ocasionando que las personas sean menos productivas, dañar la capacidad de atención de los trabajadores e incluso puede afectar negativamente a otros aspectos de nuestras vidas, no solo en el entorno laboral.

Un informe de Deloitte lo resume diciendo que "el valor derivado del empleado siempre activo puede verse afectado por factores negativos como el aumento de la carga cognitiva, la disminución del rendimiento y del bienestar del empleado".

Para evitarlo, lo recomendable es crear espacios en los entornos de trabajo designados a estar “desconectados”, según IWG, empresa que comercializa centros de trabajo flexible.

También ayuda que gobiernos y empresas estén reconociendo el derecho a a “desconexión digital" y tomen medidas para asegurar el descanso tecnológico de los trabajadores. De hecho, en 2017, Francia aprobó una ley que otorga a los empleados de empresas compuestas por más de 50 personas el derecho legal a ignorar los correos electrónicos recibidos fuera del horario laboral. Ese mismo año, se aprobó una ley similar en Italia y Filipinas. Un año más tarde, en 2018, en España entraba en vigor la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales que fija el derecho de los trabajadores a la desconexión digital en el ámbito laboral, protegiendo su tiempo libre y destacando la no obligación de atender llamadas ni correos fuera de su horario de trabajo.

Aunque otros países como Alemania no cuentan con esta legislación, ya son muchas las grandes compañías, incluidas Allianz, Volkswagen y Daimler, que se han encargado activamente de limitar la cantidad de conexión que tienen sus empleados cuando no están en el trabajo.