Los bancos, con cautela ante open banking

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Los pagos digitales van a seguir creciendo llegando a alcanzar el billón en 2022, lo que equivale a una tasa de crecimiento anual compuesto del 14%. Son datos de un nuevo informe de Capgemini, que también pone de relieve que muchos bancos siguen siendo reacios a adoptar open banking. No obstante, la regulación impone el cambio.

El mercado mundial de pagos está en plena transformación, y uno de las señales es el crecimiento exponencial que están experimentando las transacciones digitales. Según el World Payments Report de 2019 de Capgemini, se prevé que el volumen de pagos digitales en todo el mundo supere el billón en 2022, lo que equivale a una tasa de crecimiento anual compuesto del 14%.

La digitalización de este mercado también queda en evidencia con la llegada de la banca abierta (open banking), que facilita el intercambio de datos, colaboraciones en ecosistemas digitales y plataformas abiertas que, según los expertos, constituye un requisito esencial para mejorar la experiencia del cliente.

Sin embargo, según Capgemini, numerosas entidades tradicionales optan por la prudencia ante el cambio y la entrada de nuevos competidores al mercado. “Aunque los bancos avanzan de forma progresiva, si bien con demasiada lentitud, hacia un enfoque más abierto basado en datos y en la nube, continúan existiendo reticencias a adoptar totalmente el open banking”, señala.

De hecho, el 90% identificó los modelos de negocio basados en un ecosistema como clave para su éxito a largo plazo, pero solo el 44% mostró interés por crear y organizar el suyo propio. Conforme a los datos, solo el 48% de los directivos encuestados en el informe señaló que tienen planeado utilizar APIs (Application Program Interfaces) más allá de lo necesario para el cumplimiento normativo, y el 63% mencionó como principal amenaza que competidores BigTech se apalanquen en las infraestructuras de banca y pagos para ampliar su alcance.

Aunque va a un ritmo lento, la evolución hacia un ecosistema de pagos integrados viene propiciada, en parte, por cambios regulatorios centrados en la normalización y la interoperabilidad, entre ellos una plataforma de identidad digital compartida, directrices de interoperabilidad y la compensación de pagos en tiempo real.