Las empresas familiares muestran cautela ante su evolución

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Dos tercios de los empresarios familiares españoles se declaran positivos respecto a la evolución económica de su empresa en el próximo año, frente al 80% que lo hacía en 2018, según un informe que acaba de publicar KPMG. Lo que más les preocupa son los cambios regulatorios y la contratación de profesionales cualificados en una época marcada por la guerra del talento.

El VIII Barómetro de la Empresa Familiar, que realizan anualmente KPMG y las Asociaciones Territoriales vinculadas al Instituto de Empresa Familiar (IEF), confirma que la desaceleración económica se ha dejado ya notar en las magnitudes del negocio de las empresas familiares, lo que se plasma en una ligera caída del optimismo.

Dos tercios de los empresarios participantes en el estudio se declaran positivos respecto a la evolución económica de su empresa a los próximos doce meses, un porcentaje algo inferior al 80% que así se definía en la pasada edición. El ratio de los que se declaran negativos ha crecido del 3% al 9% y es mucho mayor el volumen de empresarios familiares que ante las incógnitas sobre la economía global optan por declararse neutrales: un 25%, por encima del 17% de la edición anterior. 

KPMG sugiere que “esta cautela parece venir alentada por la desaceleración económica global, que ya se ha dejado sentir tanto en algunos indicadores macroeconómicos de España como en la evolución de las magnitudes de negocio de las empresas familiares”. Así lo reflejan diferentes preguntas de la encuesta, en la que participaron 327 directivos de empresas familiares españoles. En el último año, el 65% señaló que ha aumentado su facturación, por debajo del 75% de la edición precedente, y lo mismo sucede con la plantilla: el 59% la aumentó, menos que el 64% del año pasado, aunque hubo más estabilidad (31%) que ajustes de personal (solo un 9%).

“Los resultados del Barómetro reflejan la complejidad del momento actual”, según Ramón Pueyo, socio responsable de Empresa Familiar de KPMG en España. A su juicio, la empresa familiar española tiene el doble reto de mejorar su facturación y su rentabilidad a corto plazo e impulsar la innovación con agilidad para competir en un mercado digital y tecnológico cada vez más global, sin perder de vista los cambios regulatorios, que es una de las novedades de la encuesta de este año.

Bajo impulso internacional
La expansión internacional, en cambio, se mantuvo bastante estable respecto al año pasado: cuatro de cada diez empresarios familiares españoles apostaron por aumentar su presencia internacional, un 31% la mantuvo y un 9% la recortó. Llama la atención el hecho de que el porcentaje de empresas familiares que no tienen presencia en el exterior se ha reducido de forma significativa: apenas un 16%, diez puntos menos que el año pasado, declara no tener actividad en el exterior.

El estudio destaca tres cuestiones que resultan preocupantes para los empresarios: los cambios regulatorios, el descenso de la rentabilidad y la incertidumbre política. Solo hay un cambio reseñable respecto al año pasado: los cambios regulatorios no estaban entre las principales preocupaciones y sí la guerra por el talento y la contratación de profesionales cualificados.