Al descubierto: así se hace visible la brecha digital en tiempos de pandemia

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Un estudio de Capgemini pone sobre la mesa una realidad: la pandemia global, provocada por el Covid-19, deja al descubierto los problemas de la brecha digital. Estar desconectados hoy conduce a la exclusión social e impide el acceso a los servicios públicos.

 

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Los resultados del estudio “The Great Digital Divide: Why bringing the digitally excluded online should be a global priority”, del Instituto de Investigación de Capgemini, es concluyente: urge poner fin a la brecha digital que existe entre la población conectada y la desconectada, una necesidad que se ha acentuado de forma significativa con la pandemia.

Este trabajo pone de manifiesto que, incluso antes de la pandemia, el 69% de las personas sin acceso a Internet vivía en la pobreza y que el 48% deseaba acceso a Internet, cifras que seguramente habrán crecido como consecuencia de la situación mundial de los últimos meses.

Incluso sin la situación de pandemia, en la brecha digital confluyen factores de edad, renta y experiencia. Según el informe, cerca del 40% de las personas desconectadas que viven en situación de pobreza no ha utilizado nunca Internet por su coste, y el grupo de edad con la mayor proporción de personas sin conexión es el de edades comprendidas entre 18 y 36 años (43%). La complejidad de uso de Internet (36%) y una aparente “falta de interés” por el “miedo al uso” (38%) son también causas citadas por algunos segmentos de la población desconectada. Todo esto significa que hay personas que no pueden acceder a servicios públicos como, por ejemplo, la información sanitaria crítica, que cada vez más administraciones públicas la proporcionan casi exclusivamente por medios digitales.

Ahora, la situación hace evidente la gravedad del asunto. La pandemia ha impuesto un cambio en la forma en que la gente vive, trabaja y se relaciona, y a medida que crece el desempleo y las personas se quedan aisladas de sus comunidades, tener un nivel básico de inclusión digital se ha convertido en algo universalmente imprescindible.

Realizado justo antes del brote de la pandemia, las conclusiones del estudio se vuelven más pertinentes aún en el contexto actual, pues la dependencia cada vez mayor de los servicios digitales agrava una situación que ya era preocupante para la población desconectada.

Tengamos en cuenta que la falta de acceso a Internet puede provocar sentimientos de aislamiento, inferioridad o soledad: el 46% de los consultados sin acceso a Internet afirma que se sentirían más conectados a los amigos y familiares si tuvieran acceso a la red.

Solo el 19% de las personas desconectadas en situación de pobreza responde haber solicitado algún tipo de ayuda pública en los últimos doce meses por su nivel de ingresos, edad, discapacidad u otros factores. Según el informe, esto podría resultar problemático dado el creciente desarrollo de los trámites públicos por la vía electrónica y la prevalencia cada vez mayor de los servicios públicos por medios telemáticos.

El 34% manifiesta interés por el uso de Internet para solicitar prestaciones públicas como vivienda, alimentos y asistencia sanitaria.

Problemas en el ámbito laboral

La dificultad de buscar trabajo en Internet y la falta de acceso a recursos electrónicos de formación y aprendizaje pueden ser un obstáculo para la movilidad laboral de la población desconectada, mientras que la falta de desarrollo de competencias digitales puede acabar con la posibilidad de promoción.

Por tanto, la brecha digital no tiene que ver solo con el acceso, sino que se trata también de desigualdad en las oportunidades de mejorar las competencias y de aprender.