Lo que las empresas deben saber ante la entrada en vigor de los primeros requisitos de la Ley de IA
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La gran novedad para las empresas a partir del 2 de febrero es la prohibición de suministrar o comercializar determinados sistemas de IA. Por ejemplo, los bancos y otras instituciones financieras que utilizan IA deben asegurarse de que sus evaluaciones de solvencia no entran en la categoría de puntuación social.
El 2 de febrero entró en vigor la Ley de IA de la UE, un hito fundamental que marca la transición de la ley, que ha estado en vigor desde agosto, en un requisito legal vinculante para las empresas. Boston Consulting Group ha analizado la forma en que la normativa fomentará la innovación y el desarrollo de la IA, garantizando, al mismo tiempo, que las prácticas responsables y la transparencia sigan siendo el eje central de los avances tecnológicos.
“La gran novedad para las empresas a partir del 2 de febrero es la prohibición de suministrar o comercializar determinados sistemas de IA. Estos sistemas se dirigen en particular a los que emplean técnicas subliminales o se utilizan para el scoring social. Por ejemplo, los bancos y otras instituciones financieras que utilizan IA deben asegurarse cuidadosamente de que sus evaluaciones de solvencia no entran en la categoría de puntuación social. Las sanciones por infringir la Ley de IA se diseñaron para ser severas y podrían aplicarse a una amplia gama de empresas más allá del sector tecnológico que utiliza IA”, señala Kirsten Rulf, Partner and Associate Director en Boston Consulting Group.
Esta fecha no solo tiene que ver con el cumplimiento de los casos de uso prohibidos, sino que también es una fecha límite para la alfabetización en IA. Los líderes empresariales deben asegurarse de que su fuerza laboral esté alfabetizada en IA a nivel funcional y equipada con una formación preliminar en IA para fomentar una cultura impulsada por la IA.
Qué es lo próximo
Inicialmente, la aplicación de estas disposiciones se limita a la aplicación privada, es decir, los litigios. Los poderes de las autoridades supervisoras nacionales o de los estados miembros para hacer cumplir estas disposiciones llegarán más tarde, a partir del 2 de agosto de 2025, un año después de la entrada en vigor de la legislación.
El próximo hito importante es finales de abril de 2025, cuando se espera que la Comisión Europea publique el Código de prácticas final para los modelos de IA de uso general. Entre ahora y entonces, las empresas deben exigir a los proveedores de modelos de IA información suficiente para implementar la IA de manera responsable y trabajar en colaboración con proveedores, legisladores y reguladores para garantizar una implementación pragmática.
Por último, antes de fin de año, las empresas deben implementar procesos de estandarización con indicadores clave de rendimiento mensurables e involucrar activamente a su fuerza laboral en la comprensión y configuración de estos procesos, como lo exige la Ley de IA de la UE.
Necesidad de actuar de inmediato
La normativa establece cuatro niveles de riesgo para los sistemas de IA, desde aquellos que están completamente prohibidos hasta los que solo requieren medidas de transparencia. Las sanciones por incumplimiento pueden llegar hasta el 7% del volumen de negocio global de la empresa infractora, lo que resalta la importancia de la adaptación y cumplimiento. Según un estudio de BCG, el 72% de los ejecutivos considera que sus organizaciones aún no están preparadas para afrontar esta regulación, lo que subraya la necesidad de actuar de inmediato.
“El tiempo de la experimentación ha terminado. La Ley de IA de la UE exige que las empresas definan su tolerancia al riesgo, comprendan los casos de uso existentes y alineen la implementación de la IA con una visión estratégica clara para cumplir con los requisitos de la Ley”, recalca Rulf.
La Ley de IA de la UE no solo impone restricciones, sino que también crea oportunidades para la innovación y la adopción segura de la tecnología, estableciendo un marco que busca reforzar la confianza y la competitividad en la economía digital.