No sin mi móvil

  • Opinión

La seguridad está al servicio de la movilidad. Y la movilidad, ¿está al servicio de la seguridad? Mucho que plantearse en plena semana del MWC 2019.

MWC 19 Security. Rosalía Arroyo

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En pleno Mobile World Congress, convertida Barcelona en la capital de la movilidad, y de los móviles, nos damos cuenta de que existe una dualidad entre movilidad y seguridad difícil de ignorar. Por un lado, está la seguridad al servicio de la movilidad. Es decir, no se puede adoptar la movilidad sin la seguridad -y si aún no lo tienes claro, estás tardando. Por otro, ¿está la movilidad al servicio de la seguridad? Pues sí señores y señoras. La movilidad puede mejorar la seguridad. Vayamos por partes.

Algo que sabes, algo que tienes y algo que eres. Este es el gran paradigma de los nuevos procesos de autenticación. Aunque hace tiempo que se habla del fin de las contraseñas, lo cierto es que no van a desaparecer. De hecho, hasta existe el Día Mundial de las Contraseñas, que se celebra el primer jueves de mayo.

Mucho antes de que Fernando Corbato, considerado el inventor de las contraseñas informáticas, desarrollara en los ’60 un sistema para que los usuarios solo pudieran acceder a sus propios contenidos en una computadora de uso compartido, los romanos usaron claves para transmitir importantes mensajes militares entre tropas.

Lo que no parece que estemos consiguiendo es un uso correcto de las contraseñas. También es cierto que es una cuestión de cifras. Datos de enero de 2019 indican que el 57% de la población mundial tiene acceso a Internet y un 67% son usuarios de móviles. Son muchos millones de personas que utilizan contraseñas, y hay que dar por hecho que muchos no saben hacerlo de una manera adecuada. Tenemos una limitada capacidad para retener largas cadenas de caracteres, y eso nos lleva a utilizar contraseñas fáciles y, para colmo de males, repetirlas.

De forma que la industria, en su búsqueda por mejorar la seguridad y reducir el riesgo, ha optado por el uso de un segundo factor de autenticación, por buscar un garante que asegure que un usuario es quien dice ser realmente. Ese Doble Factor de Autenticación, o 2FA, que también puede ser triple, verifica nuestra identidad.

Y se preguntarán ustedes a qué viene tanto rollo en una tribuna asociada al Mobile World Congress. Nada más fácil. Porque sin el móvil no somos nadie. Ya no sólo porque parece que perdemos el contacto con el mundo, porque hemos limitado nuestra capacidad de recordar números de teléfono, fechas de cumpleaños, citas y direcciones, sino porque nuestra capacidad para finalizar una operación bancaria, activar un servicio o recuperar una contraseña, por mala que sea, es un móvil.

De forma que volvemos al principio, al algo que sabes, algo que tienes y algo que eres. Por ejemplo: ¿algo que sabes? una contraseña; ¿algo que tienes? tu móvil; ¿algo que eres? tu huella dactilar. Y sin que nos hayamos dado cuenta, el móvil se ha convertido en garante de nuestra identidad.

Por el momento lo habitual es recibir un SMS con un código, pero la lectura de huellas dactilares o del iris empieza a extenderse. Reconozcamos a Apple su papel protagonista en la popularización de la seguridad biométrica. No sólo lo hizo convirtiendo la huella dactilar en el método de desbloqueo de los iPhone, sino que hace más de dos años dio un nuevo impulso con su Face ID, la capacidad de los iPhone X de desbloquear el móvil identificando, y validando, el rostro del usuario.

Y durante el MWC 2019 de Barcelona veremos muchos ejemplos de cómo los dispositivos móviles también están al servicio de la seguridad, cómo permiten finalizar una operación bancaria de manera segura, y cómo, de forma más genérica, se han convertido en parte fundamental de nuestra identidad digital.  

Rosalía Arroyo

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